Artículo de Albert Soler

Talleyrand jamás vio pechos en la playa

Si las mujeres no hacen toples es porque no está de moda, ahórrense vídeos y -sobre todo- ahórrense el dinero que cuestan

Bañistas en Platja d’Aro, en Girona.

Bañistas en Platja d’Aro, en Girona. / EFE

Albert Soler

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En el vídeo de la Generalitat que insta a las mujeres a no taparse los pechos ni en la piscina ni en la playa, no se ve un solo pecho femenino, y no será que no me he fijado. O sea, que quien «sexualiza» los pechos femeninos -esa es la gravísima acusación contra la sociedad- es en primer lugar la ‘consellera’ de Igualtat i Feminismes, Tània Verge, que los oculta (no los suyos, sino los del vídeo, bueno, los suyos también, pero ese no es el tema) supongo que por pudor. Mal vamos si, para reivindicar que un pecho femenino es tan poco sensual como uno masculino, escondemos los femeninos por el qué dirán.

Como la ‘consellera’ y el resto del Governet viven en su propio mundo, se piensan que las mujeres se colocan la parte superior del biquini por puritanismo. Si en lugar de encerrarse en un despacho para pensar en qué vídeo pueden gastarse el dinero de los catalanes, frecuentaran las playas y abrieran los ojos, habrían visto que este verano no hay apenas una sola mujer que no muestre alegremente las nalgas, y las que no las muestran es por cuestión de edad: o son demasiado jóvenes para considerar atractiva esa parte de su cuerpo, o son demasiado mayores para considerar atractiva esa parte de su cuerpo. Todas las demás enseñan el culo sin tapujos, nada más lejos de ellas que la mojigatería de que hacen gala -ellos sí- la ‘consellera’ y el Governet. Si no enseñan los pechos es porque no está de moda, ahórrense vídeos y -sobre todo- ahórrense el dinero que cuestan.

Ese desear que niñas, chicas, mujeres y abuelas muestren sus pezones se reduce de momento a piscinas, playas y entornos similares, pero es de esperar que, ya que en opinión del Governet un pecho femenino está despojado de toda connotación sexual, se amplíe la campaña a bibliotecas, universidades, hospitales y recintos deportivos, que ya está bien que las nadadoras deban arrastrar tanto ropaje y sus colegas masculinos solamente un diminuto 'meyba'. Ya que el motivo de la campaña es conmemorar el «Día internacional del Toples», alguien debería explicarle al Governet que un día internacional no significa instar a los ciudadanos a seguirlo estrictamente. Y ese alguien debería explicárselo antes de que me obliguen a acostarme con un señor con bigote en el Día del Orgullo Gay, o a correr detrás de mi madre el 27 de enero, Día Mundial de la Extracción de Leche Materna. Ojalá hace unos años el Governet se hubiera tomado la Constitución tan en serio como los días mundiales.

No ha de ser fácil ser mujer, eso lo reconozco. No hace muchos años, debían vestir como ordenaba el marido, y cuando logran sacudirse ese yugo, les cae encima otro peor: el de quienes pretenden liberarlas diciéndoles, por un lado, que muestren los pechos y, por otro, que no usen minifalda si es para gustar a los hombres. Con lo fácil que sería dejarlas en paz.

Uno no puede más que acordarse de Talleyrand, que el pobre no vio jamás un pecho en la playa y además dijo algo a tener en cuenta: «Nadie puede sospechar cuantas idioteces políticas se han evitado gracias a la falta de presupuesto». Lo que ocurre es que en Catalunya siempre queda dinero para una nueva idiotez.

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