ANÁLISIS
Escuchen a Unzué
Mónica Marchante
Lo ha vuelto a hacer, y a lo grande. Desde que en junio de 2020 anunciase en el Auditori del Camp Nou que sufre ELA, Juan Carlos Unzué se propuso, y así lo anunció aquel día, promover todo tipo de actividades en busca de fondos. Dinero para la investigación de la enfermedad y para ayudar a paliar los gastos que estos pacientes tienen que autofinanciarse.
Sí, porque cuando alguien explica qué es la ELA, enfermedad degenerativa sin cura que ataca a las neuronas con una esperanza media de vida de entre 3 y 5 años, añade que es una enfermedad “sin tratamiento”. ¿Qué significa eso , además de que te mata más o menos lentamente? Que para poder vivir, si te lo puedes permitir, has de pagar cuidadores 24 horas en tu domicilio que, por ejemplo, te limpien el respirador al que estás conectado para cuando ya no queda otra opción. Una flema en el tubo puede ser decir adiós. Así de crudo.
A veces, el ser humano tiende a no querer conocer detalles cuando vemos el dolor cerca. A todos nos da mucha pena, empatizamos y lamentamos lo que sucede. Y más cuando le pasa a alguien que siempre fue extraordinario como Juan Carlos. Pero hasta ahí. Son los que gobiernan quienes tienen en su mano la vida de 4.000 enfermos.
Consciente de eso, el grito de Juan Carlos cada vez es más firme, más potente, más elevado. El miércoles por la noche, desde el césped del estadio, clamó con firmeza rodeado de sus compañeros: "Los integrantes del equipo de la ELA os decimos que queremos seguir viviendo y disfrutando de la vida, pero para eso necesitamos que se desbloquee y se tramite la ley ELA ya, no hay tiempo que perder".
La ministra, desde el palco
Escuchándolo desde el palco estaba la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a quien la señal de televisión mostró grabando con su móvil una panorámica de la grada con los 91.062 espectadores que se sumaron a la causa. También en redes sociales subió fotos y celebró “un gran partido por una gran causa”.
La esperada Ley ELA se aprobó en el Congreso de los Diputados por unanimidad el 8 de marzo. Muchos enfermos que celebraron su aprobación no la disfrutarán porque no se pudieron pagar seguir viviendo. Así de duro y de real. ¡Escuchen a Unzué!
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