Ciudades de los libros
Natàlia Cerezo
Escritora y traductora
El calor se hace más llevadero cuando nos olvidamos de él, por eso hay pocas cosas más agradables que buscar nuestra siguiente lectura, y si estamos de vacaciones y podemos hacerlo en un lugar pintoresco, mejor.
Aunque las grandes ciudades parecen la opción más lógica, hay casos realmente excepcionales. Si se sabe inglés, Hay-on-Wye, un pueblecito que no llega a los 2.000 habitantes entre las idílicas colinas de Gales, es mucho mejor que Londres en cuanto a librerías.
No es una exageración. Hay-on-Wye, que también celebra un festival literario cada verano (que Bill Clinton calificó de «el Woodstock del pensamiento», suponemos que se refería a la edición de 1969 y no a la de 1999) tiene más de veinte librerías, es decir, una por cada 80 habitantes, una locura que no podría sostenerse si no fuera por el turismo, que es sobre todo interior («Hoy ha venido gente de toda Gales y vosotros», nos dijo una de las trabajadoras de la librería del castillo cuando le dijimos que éramos de Barcelona).
Pero volvamos a los libros. En Hay hay librerías con las últimas novedades; de segunda mano; honesty libraries (en las que los libros se dejan en un lugar público sin supervisión, como una cabina telefónica, y los lectores pagan un precio simbólico por lo que se lleven) y librerías temáticas, que combinan tanto las novedades como los libros de segunda mano y que se especializan en cine, música, novela negra y terror, poesía, libros de anticuario, literatura infantil e incluso ciencias naturales. Con tanta oferta es fácil perderse por las callejuelas de Hay-on-Wye, llenas de casitas de piedra con escaparates de madera. Es casi imposible ver todas las librerías en un día, no solo porque en Reino Unido a las 5 de la tarde ya está todo cerrado, sino porque la mayoría tienen más de una planta, de hecho, son casas de dos y tres pisos repletos de libros. Uno puede pasarse horas paseando y leyendo por las habitaciones de una sola tienda, sintiendo el suelo de madera crujiendo bajo sus pies y ese olor tan agradable a tinta y papel viejo.
Y claro, se sale más arruinado de lo que se había planeado un primer momento.
Hay otras villas del libro más cercanas que Hay-on-Wye y que siguen el estilo del proyecto. Por ejemplo, Urueña, en Valladolid, es un pueblo amurallado de solo 200 habitantes con una decena de librerías y comercios dedicados a la literatura de vinos o a libros descatalogados o curiosos.
En Catalunya, además de Calonge, primer 'booktown' catalán, que también sigue la estela de Hay-on-Wye y que cuenta con siete librerías y con ciclos de actividades relacionadas con la literatura, existe el proyecto Xarxa de Viles del Llibre, un circuito literario con actividades como presentaciones y charlas y un mercado que va cambiando de ubicación (la próxima edición se celebra en Malgrat de Mar del 26 al 28 de agosto), con lo que es la excusa ideal para visitar o redescubrir las poblaciones participantes desde una perspectiva diferente.
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