Un sofá en el césped

Arquímedes y el Barça, palancas y fluidos

Lewandowski y Raphinha charlan tras una pausa de hidratación del Barça-Rayo.

Lewandowski y Raphinha charlan tras una pausa de hidratación del Barça-Rayo. / Jordi Cotrina

Josep Maria Fonalleras

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Hace unos 24 siglos, en Siracusa, el filósofo y matemático Arquímedes formuló unas cuantas teorías, dos de la cuales todavía perviven entre nosotros y que tanto dan para entender la física recreativa como las maneras de comportarse en la vida. Y, por ende, también dan para comprender qué demonios le pasa a este conglomerado de palancas que hasta ahora hemos conocido como Barça. 

Arquímedes no era aficionado al fútbol, aunque solo fuera por el detalle que todavía no estaba inventado, pero sí que sabía de palancas. Recuerdo que mi padre no paraba de repetir, como una letanía, la famosa formulación del griego, nacido en Sicilia cuando Sicilia era griega: «Dadme una palanca y un punto de apoyo y moveré el mundo». Es la teoría del «momento de una fuerza» y todo acaba dependiendo de la potencia que apliques y de la resistencia que has de vencer, de la longitud de la palanca y de lo que intentes mover. Arquímedes, que murió, el pobre, en la defensa de Siracusa con armas fabricadas en su casa, no conocía el fair-play financiero, pero solo alguien como él sería capaz de explicarlo con la vehemencia y la claridad que invirtió en darnos a conocer el mundo de las otras palancas, que no eran las de Laporta

Regular la fuerza

Por su parte, el presidente azulgrana no sé si tiene al matemático entre sus lecturas preferidas de verano, pero la verdad es que ha puesto al día sus enseñanzas. Con las cuatro palancas financieras ha movido cielos y tierra, es decir, el mundo, para que el Barça vuelve a ser lo que fue. Las palancas tienen eso, que te permiten regular la fuerza con pericia y matemática para levantar todo aquello que el simple impulso animal no podría. Pero el mecanismo a veces es un espejismo, porque depende de la conjunción de contrarios, y cuando ya te veías como un poderoso club que todo lo podía resulta que se rompe la palanca porque era demasiado larga o corta en extremo, porque el peso a levantar era desmedido o porque el punto de apoyo no era tan consistente y polivalente como pensabas. 

La otra gran aportación de nuestro amigo Arquímedes fue su archifamoso principio: «Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado». Empiezo a dudar que el matemático no supiera nada del Barça. En cualquier caso, fue también un profeta, porque previó y anunció lo que le está pasando al equipo, más allá de las palancas. La cosa sube porque desaloja y te vienes arriba gracias al peso del líquido en el que irrumpe la cosa. Entiéndase «cuerpo» o «cosa» como «Barça» y léase «desalojo» como «traspasos y renuncias y limpieza en la plantilla».  

Lo que no estaba en la mente de Arquímedes era el Rayo Vallecano. Ni la competición. Ni la cruda realidad que desmonta todas las teorías, ni la falta de gol, ni ese perfume conocido que volvió a oler fatal en el primer partido de la Liga. Palancas y fluidos al servicio de un nuevo Barça «triomfant» que se hicieron añicos y naufragaron en una noche con demasiadas dudas antiguas.  

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