La piscina

Diario del duro exilio en Cala Montgó (IV)

Asistentes a la paella de verano organizada por Pilar Rahola

Asistentes a la paella de verano organizada por Pilar Rahola

Albert Soler

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En mi exilio gozo también de piscina, aunque libre de bichos y parásitos, gracias a Dios y al cloro. La mejor definición de lo que fue el procés, la que quedará para las generaciones venideras, es esta: el procés son media docena de pijos gritando independencia en una piscina de Cadaqués. Obviemos que, encima, el agua de la piscina estaba sucia y que los que gritaban parecían beodos, tampoco hace falta cargar las tintas, demasiado tienen que soportar los lacistas de buena fe, que alguno habrá que se ha apuntado al carro sin intereses de por medio, cosas más raras se han visto. Esos sí que me dan pena, porque si yo, que no soy precisamente un blandengue, me hubiera propuesto grabar un video haciendo mofa del procés y ridiculizando a quienes creyeron en él, no habría sido capaz de crueldad como la de Rahola, Cuixart, Altaió y compañía, lo suyo desde la piscina roza el sadismo. No voy a negar que les tengo cierta manía a los líderes lacistas, por farsantes, tontos y cobardes a partes iguales, pero me siento incapaz de odiar jamás a nadie de la forma en que la topa de la piscine divine de Cadaqués odia a los lacistas de a pie.

Aunque tal vez me equivoco, y lo que intentan mientras están en remojo -por Dios, no puedo borrar de la memoria el color verdoso del agua- es comunicar a los lacistas que se acabó, que fue bonito mientras duró, pero ya es hora de que sigan con su vida como si el procés no hubiera existido jamás, que de hecho, no existió. Quedan todavía lacistas que se creen la gran patraña y no se dan por enterados de la estafa, por más señales que les manden sus líderes, ellos erre que erre con la republiqueta. Burlarse de ellos con flotadores de colores y haciendo befa del grito «In-inde-independència» puede ser duro, pero quizás es la única forma de abrirles los ojos. Si después de presenciar el show de la piscina siguen con su lacito y su republiqueta, el problema pasa a ser médico y los líderes lacistas quedan totalmente exculpados. Hasta tal punto se sacrifican Cuixart y los demás por los catalanes, que al salir del agua tuvieron que darse friegas con Betadine por todo el cuerpo, para desinfectarse.

Que el principal instigador del timo tomase las de Villadiego a las primeras de cambio o que desde hace tiempo renuncien todos sin ambages a la unilateralidad, ya sirvió para que muchos lacistas percibieran el engaño. Reírse en su cara es un paso más, espero que definitivo, no es probable que ni el más irreductible pueda tomarse en serio la futura republiqueta graznada a risotadas desde una piscina de agua verdosa, para eso se va uno al zoo a oír como gruñen las focas.

Uno no se pasa los ratos libres colgando lacitos en las farolas, no sintoniza cada día el tostón de TV-3 y no se compra cada año la camiseta del 11-S, para que unos pijos se burlen de él al llegar el verano. Lo de la paella ya fue un intento de Rahola de dar a entender que el procés iba de vivir bien unos pocos a costa de muchos, no de otra cosa. Dado que algunos no se quisieron enterar, ha tenido que organizar el numerito de la piscina, por el propio bien de los ilusos.

Si, cosa poca probable, queda alguien que crea en ellos, no les va a quedar otra que grabarse cantando «independència» en un crucero por el Caribe, pagado con las cajas de resistencia. A ver si así.

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