Una guerra de broma
Los tiempos son otros, ciertamente, y no creo que Putin sueñe con fotografiarse en los Campos Elíseos, pero algo hay en el ambiente de aquella ‘drôle de guerre’ que precedió a la Segunda Guerra Mundial
Andreu Claret
Periodista y escritor. Comité editorial de EL PERIÓDICO
¿Estamos o no en guerra? Para el Gobierno, lo estamos, y esto justifica medidas impopulares destinadas a paliar sus consecuencias. Para la oposición, no lo parece. Para Pedro Sánchez, la guerra todo lo explica, incluso la falta de diálogo con la oposición. Para Alberto Núñez Feijóo, es como si esta tuviera lugar más allá del Finisterre. Para Isabel Díaz Ayuso, es un ardid socialista destinado a impedir que los madrileños puedan tomar sus cañas con toda libertad. ¿Estemos en guerra sin estarlo del todo? ¿Puede ocurrir algo semejante?
Ocurrió en Francia, a finales de 1939. París había declarado la guerra a Alemania, tras la invasión de Polonia, pero la guerra quedaba lejos. Durante unos meses, el conflicto se limitó a lejanos escarceos en el Atlántico, sin que, ni franceses ni ingleses, se enfrentaran directamente con los nazis. Ni siquiera cuando el III Reich invadió Finlandia. En Francia, lo llamaron una ‘drôle de guerre’, una guerra de broma que duró hasta mayo del año siguiente, cuando Hitler decidió que le apetecía fotografiarse debajo de la Torre Eiffel. Hasta entonces, trascurrieron unos meses en los que la vida de los franceses seguía más o menos igual. ¿Para que preocuparse si tenían la línea Maginot para detener a la Wehrmacht?
En esto estamos, aquí y ahora. En una guerra que para los ucranianos es de verdad, mientras que para nosotros es de broma. De coña. Con algunos problemillas económicos, pero nada más. Los tiempos son otros, ciertamente, y no creo que Putin sueñe con fotografiarse en los Campos Elíseos, pero algo hay en el ambiente de aquella ‘drôle de guerre’ que precedió a la Segunda Guerra Mundial. Con debates de poca monta y peleas de gallinero alimentados por la misma inconsciencia. Como si lo que ocurre más allá de Polonia no fuera con nosotros. Como si esta guerra fuera un error de cálculo de la OTAN. Una corazonada de Putin. Una obsesión de Zelenski. Una guerra de broma que nunca llegará hasta aquí.
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