Proteger la economía familiar en tiempos de alta inflación
Nos conviene conocer nuestra tasa de inflación real. Una familia que tenga un consumo elevado de cereales, carburante y otros productos que han subido mucho, puede sufrir una inflación más alta que la oficial
Oriol Amat
Catedrático de Economía Financiera de la Universitat Pompeu Fabra.
Oriol Amat
El incremento de los precios y la pérdida de poder adquisitivo se ha convertido, según múltiples estudios, en el problema número 1 de los europeos. Otros problemas, como el paro o el covid-19, han pasado a un segundo plano. No nos tiene que sorprender esta preocupación, puesto que hace casi cuarenta años que no sufríamos tasas de inflación del 9% o más. Para hacernos una idea de la pérdida de poder adquisitivo, si hace un año teníamos 100 euros al bolsillo y la inflación es del 9% anual, este dinero se han desvalorizado en un 9% en un año. Por lo tanto, lo que comprábamos hace un año con 100 euros ahora cuesta 109 euros. Es decir, el dinero que tenemos hoy vale cada día menos.
Ante este problema, hay medidas que nos pueden ayudar. Para empezar, podemos proteger la capacidad que tenemos de generar ingresos si hacemos el trabajo mejor de lo que se espera e invertimos en talento. Pero también tenemos que actuar con el gasto. Nos conviene conocer nuestra tasa de inflación real. El IPC (índice de precios de consumo) que calculan los institutos de estadística se basa en una cesta de la compra de productos que puede diferir de lo que consumimos nosotros. Así, una familia que tenga un consumo elevado de cereales, carburante y otros productos que han subido mucho, puede sufrir una inflación mucho más alta que la oficial. A pesar de que este cálculo puede provocar cierto desaliento, nos ayudará a saber cuál es la magnitud de nuestro problema.
A continuación, podemos hacer un presupuesto mensual de gastos y así descartamos lo que sea superfluo y después anotar lo que realmente gastamos, para llevar un control. Si tenemos el dinero, podemos anticipar compras de productos que necesitaremos más adelante. Y si no tenemos el dinero, quizás podemos pactar ahora el precio y así nos ahorramos la futura subida de precio. Tenemos que comprar lo que realmente necesitamos haciendo listas de la compra antes de ir al supermercado e ir sin niños, si podemos, para no comprar por impulso productos que piden pero que no necesitamos. Y escoger alternativas de consumo más baratas, como son el transporte público, los productos de marca blanca, las ofertas o los medicamentos genéricos.
Otra opción es reducir el consumo cuando sea posible. Así, podemos reducir el derroche de comida o mejorar la eficiencia del consumo de energía siguiendo los consejos de las organizaciones de consumidores y las propias eléctricas. Por ejemplo, podemos regular la calefacción en invierno, para que esté entre 19 y 21 grados y el aire acondicionado en verano, para que esté entre 22 y 26 grados. Otra medida es hacer algunos días de teletrabajo, en caso de que nos ayude a reducir costes y tiempos de transporte. También hay que tener cuidado con el uso de la tarjeta de crédito.
En materia de finanzas, conviene reestructurar deudas e inversiones. Si es posible, hay que disponer de un fondo de emergencia que cubra los gastos de unos cuantos meses. Si podemos, tenemos que cancelar primero los préstamos a tipo variable, puesto que los tipos de interés están subiendo; o podemos pasar los préstamos caros a opciones más baratas. Y si tenemos ahorros, los tenemos que proteger consiguiendo rentabilidades que no sean inferiores a la inflación. Esto no es fácil, pero la inversión inmobiliaria o en empresas de productos de primera necesidad, que reparten dividendos altos y que pueden subir precios sin perder clientes, son alternativas a considerar. Recordemos que si no hacemos nada y tenemos unos ahorros en el banco sin ninguna retribución, en un año pueden perder alrededor del 9% de su valor actual. Por lo tanto, poca broma.
En resumen, como que la inflación es excesiva hay que proteger la economía familiar y hay medidas que nos pueden ayudar. Pero, desgraciadamente, alrededor de un 30% de la población está por debajo del umbral de pobreza y no puede protegerse de la inflación. Y no olvidemos que la inflación perjudica más a los más pobres. Por eso, hace falta que los gobiernos y entre todos ayudemos más a los más débiles y pidamos más contribución a los que más tienen que, posiblemente, estarán beneficiándose del entorno actual de alta inflación. Y estas ayudas tendrán que prolongarse hasta que se reduzca la inflación, cosa que no pasará mientras haya un exceso de demanda, problemas de suministro y guerra en Ucrania
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