Artículo de Montse Santolino

En riesgo sanitario en el Broggi

Mejor no ponerse malo en verano ni muy grave, y menos en L’Hospitalet y el Baix Llobregat por si te toca el hospital Moisés Broggi que es, desde su creación, símbolo y ejemplo del mal funcionamiento de la sanidad pública catalana

Moisès Broggi

Moisès Broggi / EPC

Montse Santolino

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No hemos salido aún del covid y ya tenemos otra emergencia sanitaria encima de la mesa y en pleno verano. Mejor no ponerse malo en verano ni muy grave, y menos en L’Hospitalet y el Baix Llobregat por si te toca el hospital Moisés Broggi que es, desde su creación, símbolo y ejemplo del mal funcionamiento de la sanidad pública catalana.

Las urgencias del Broggi nunca han podido atender con garantías a las 450.000 personas de once municipios que se supone que debe atender. Y no es culpa del covid, porque en 2015 ya hubo una gran manifestación ciudadana para denunciar el colapso que sufrían, colapso que volvieron a denunciar los profesionales durante todo 2019. En diciembre pasado, la situación volvió a complicarse y finalmente el CatSalut ha tomado cartas en el asunto, ha apartado a la dirección, y ha nombrado una comisión gestora.

De momento, los cambios no se notan y aunque no hayas seguido las noticias, si acabas allí igual te enteras del desastre porque las puertas de los boxes y los pasillos están llenas de pacientes y de carteles: “Trabajamos con personas no con números”, “Más manos, menos jefes”, “Plantas cerradas = urgencias colapsadas”, “Plantillas al mínimo, riesgo máximo”. Intranquilidad y angustia justificadas cuando te obligan a dejar a tus familiares solos bajo esos carteles que gritan abandono con letras luminosas. Y no son solo los carteles. Es la habilidad de los profesionales para no cruzar la mirada con nadie ni atender sus reclamos hasta que no sea su turno, a pesar de compartir un espacio mínimo durante horas. Son esos biombos blancos que atentan contra la dignidad de la gente, cuando la desnudan en medio de una pequeña multitud doliente.

Riesgo máximo dicen los carteles. De desatención, de errores y de muerte es lo que no dicen. Por falta de recursos y de personal. Y tanto los profesionales desbordados como los pacientes y sus familias necesitan que alguien lo diga. Que ese riesgo no quede sepultado bajo otro nuevos. Que en verano se hable tanto de eso, como de la viruela del mono.

Suscríbete para seguir leyendo