Solo el móvil
El dispositivo nos acerca y nos aleja al mismo tiempo. Nos comunica y sin embargo nos aparta de la conversación y la observación en directo de las cosas
Este es mi último artículo de la temporada. Hablo de temporada porque me rijo por las normas no escritas del teatro donde la vida laboral va de septiembre a junio, aunque no sea verdad, porque los actores, si podemos y queremos, trabajamos todo el año. En el mundo del espectáculo hablamos de final de temporada cuando llega el verano.
Estoy de vacaciones. Para cada uno son distintas porque hay tantas vacaciones como gustos tienen las personas. Las mías tienden a ser tranquilas, contemplativas e instructivas, gracias a la lectura que practico a diario; eso si, cuando consigo desprenderme del dichoso móvil, que me ofrece la posibilidad de embobarme frente a cualquier aplicación absurda que me muestra vídeos, fotos y momentos absurdos, que aun así me abstraen y me restan tiempo de lectura, e incluso a veces, y me avergüenza decirlo, de conversar con quienes me rodean. El móvil nos acerca y nos aleja al mismo tiempo. Nos comunica y sin embargo nos aparta de la conversación y la observación en directo de las cosas. Qué absurdo me parece ver a miles y miles de personas grabando en directo a un cantante que tienen a unos metros. Todo el mundo lo graba todo mientras lo miran a través del móvil. Parece que, más que querer disfrutar del momento, estemos pendientes en querer mostrar a los demás lo que estamos viviendo mientras ellos se lo pierden. En las cenas de varias personas, muchos mantienen el móvil sobre la mesa y a la mínima lo cogen y lo miran como si estuvieran consultando algo importante. Al final, en los postres, todos perdemos la vergüenza y nos hacemos cada uno con el nuestro y nos ponemos a enseñamos fotos, vídeos y chorradas varias. Tengo en casa a unos amigos, cuyo hijo adolescente no suelta el teléfono en todo el día. Sé que es buen estudiante y que ha sacado excelentes notas; sin embargo, no le he visto leer un solo libro en varios días. Solo el móvil.
Que tengan buenas vacaciones y conserven, quienes lo tengan, el hábito de leer un buen libro, y abandonen por unos días la pantallita hipnótica que nos mantiene en la necedad absoluta.
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