La nota | Artículo de Joan Tapia

Más allá de Laura Borràs

Cada día hay más hechos que corroboran que trabajosamente Catalunya camina hacia una cierta normalización

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borras / FERRAN NADEU

Joan Tapia

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Cuesta aceptarlo porque la gran excitación de 2012-2017 -error grave del independentismo y mala gestión de Madrid- fue tan desorbitada que se llegó a un choque de trenes que no benefició a nadie. Ahora, tras cierta desinflamación y los indultos, el conflicto no ha desaparecido, pero sí hay una notable bajada de tensión.

Esta semana tres hechos lo corroboran. El más relevante es que, pese a la gran irritación de Aragonès por el escándalo de las escuchas del CNI, la relación entre ERC y el Gobierno de Madrid se ha recuperado con la nueva reunión de la mesa de diálogo. El telón de fondo es que ni a ERC ni al PSOE le interesa adelantar las elecciones y que el PP -quizás embarazado de Vox- pueda ganarlas. En la realidad, ERC suaviza los objetivos de la mesa de diálogo -que solo debía tratar de amnistía y autodeterminación- y pasa a negociar cosas concretas en el marco constitucional. Logra una mayor protección del catalán y presiona por cambios legales que beneficien a los independentistas que todavía están pendientes de juicio. 

El independentismo radical dirá que ERC traiciona el referéndum de 2017 por un plato de lentejas y el constitucionalismo más riguroso que Sánchez se vende para seguir en La Moncloa. Todo es opinable, pero los principios sagrados nos llevaron a un callejón sin salida. Y que se negocien cosas concretas en el marco del Estado de derecho está bien. A nadie sensato le conviene que un conflicto que estalló hace cinco años se perpetúe por los años de los años. Pero no vendamos gato por liebre: no ha habido conversión de nadie, simplemente la intensidad del conflicto se reduce.

El segundo hecho es que Laura Borràs ha sido apartada de sus funciones de presidenta del Parlament, al habérsele abierto juicio oral por prevaricación. La mesa del Parlament, con los votos de ERC, el PSC y las CUP, ha considerado que se tenía que aplicar el artículo 25.4 del reglamento, introducido hace años por el independentismo. Normal, pero hay dos consecuencias. Una, se vuelve a poner de relieve que la unidad independentista está cada vez más limitada por los intereses partidarios. Dos, el sector más radical de Junts, que encabeza Laura Borràs, ha tenido una fuerte derrota. Y quizás así la tendencia más realista de Junts tendrá las manos más libres. 

¿Puede Junts, sin Laura Borràs y sin la tutela del expresident Torra, volver al pragmatismo? Puede y ya ha habido discretos pactos -por ejemplo en TV-3- con el PSC. El retorno de Junts a un cierto 'peix al cove' relajaría más la vida política y la pérdida de fuerza del 'laurismo' abre el camino.

El tercer hecho es la encuesta del CEO (el CIS de la Generalitat). Los partidarios de la independencia bajan del 44 al 41% mientras que los contrarios suben del 48 al 52%. Una distancia de 11 puntos condiciona el día a día. Y dentro del independentismo, los unilateralistas son solo el 11%. Incluso pierden entre los electores de Junts (43% contra 47%). No es un milagro, algo tendrá que ver la política de mano tendida y de no abonar el conflicto de Pedro Sánchez y el PSC.

Y en la encuesta, el PSC de Salvador Illa aumenta su ventaja sobre ERC, tanto en las autonómicas como en las legislativas. Al PSC, al revés que al PSOE, las encuestas no le van mal. Quizás porque en Catalunya se va imponiendo la idea de que el conflicto eterno perjudica más que beneficia. Los países no se hacen grandes con sueños, sino con pactos sensatos. Ah!, y el PP de Feijóo se recupera a costa de Vox. Sin Cayetana Álvarez de Toledo respira mejor.

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