Dalmases, con los suyos
Las preguntas del ‘FAQS’ a Laura Borràs fueron un punto de inflexión
Álex Sàlmon
Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.
Por llevar la contraria defenderé suavemente al diputado Francesc de Dalmases. Las pocas veces que he coincidido con él –por cierto, en alguna extraña situación no acompañado de Laura Borràs–, percibí una sensación de respeto. Y siempre ha sido así. Por ello, ¿cómo es posible que ese ejemplo de respeto ante el informador no fuera controlado por el diputado durante la entrevista a Borràs en TV-3?
Existe una forma de hacer política que concibe al periodista como una pieza fundamental para explicar el propio proyecto sin dar cabida al criterio analítico del profesional. Con ese mismo método se acepta que exista otro punto de vista. Pero ese punto diferenciador, que de entrada busca el equilibrio, no acepta que los míos me critiquen o ni siquiera duden. Se busca fe ciega. Así, si eres de los míos, a muerte; si eres de los otros, ya veremos.
En este mal ha vivido la política catalana desde las épocas de Pujol. Y TV-3, a veces sabiéndolo, en otras sin enterarse, lo ha permitido. Con excepciones. El caso de Lídia Heredia al mando de ‘Els Matins’ es singular. Supo mantener una gran neutralidad en una de las épocas más complicadas de la tele catalana.
Sin embargo, y desde 2012, el independentismo se consideró propietario de TV-3. Y ese fue el error de Dalmases: dejar más o menos bien al contrario cuando tiene algunos fundamentos y que los míos sean castigados cuando muestren alguna crítica. Debilidad.
Asistí a una conversación entre profesionales de la tele autonómica que mostraba un síntoma de cambio. Un “hasta aquí hemos llegado”. Las preguntas del ‘FAQS’ a Laura Borràs, nada del otro mundo, que indignaron a Francesc de Dalmases provocando un conato de gritos y golpes indignos, han sido un punto de inflexión en un histórico donde grandes profesionales se dejaron llevar por la línea evidente. La que se espera.
El nuevo director, recién nombrado por vía de concurso público, Sigfrid Gras, tiene un reto importante que pasa no solo por decir que TV-3 es la BBC (sin valor), sino actuar como ella.
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