Artículo de Andrii Voropaiev

La OTAN debe vigilar a Rusia y evitar la crisis alimentaria

Putin, igual que Stalin en los años 30 contra los campesinos ucranianos, utliza el hambre como arma de guerra

El problema de exportar cereal con la guerra

El problema de exportar cereal con la guerra / Esteban Biba

Andrii Voropaiev

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La comunidad mundial está sopesando dos estrategias para poner fin a la guerra de Rusia contra Ucrania. La primera consiste en brindar la suficiente asistencia a Kiev para romper los frentes de guerra y derrotar militarmente a la Federación Rusa. Eventualmente, cuando ello suceda, el Kremlin se verá obligado a negociar desde una posición de debilidad. Este concepto es defendido por los países denominados 'halcones': Estados Unidos, Reino Unido, Polonia y los países bálticos.

La segunda estrategia prevé poner fin a las hostilidades mediante concesiones unilaterales de la parte ucraniana; en primer lugar, concesiones territoriales. Sus partidarios defienden la necesidad de “salvar la cara a Putin” y “evitar la humillación de Rusia”. Sus principales exponentes son Francia y, en menor medida, Alemania.

El consenso solo es posible bajo la primera opción, porque los llamados 'halcones' no parecen dispuestos a cambiar su posición, mientras que las 'palomas', en cambio, están prestas a modificar sus postulados dependiendo del contexto político. Se negarán a apaciguar al agresor si consideran inaceptables los riesgos financieros y militares que tal maniobra conlleva. Esto significa que preferirán finalmente la opción menos costosa, que al fin y al cabo es la derrota militar de Rusia.

Las acciones del Kremlin, que están provocando una crisis alimentaria global y hambre masiva, podrían ser un factor clave para convencer a las 'palomas' acerca de la necesidad de derrotar a Moscú por la fuerza. La amenaza y los riesgos que representan para Occidente esta operación de guerra híbrida por parte de la Federación Rusa son mucho más altos para EEUU y la UE que el costo del armamento que necesita Ucrania para neutralizar a su adversario. Las amenazas son importantes en caso de una crisis alimentaria mundial: una grave crisis migratoria en dirección al territorio de la UE, un fuerte aumento en el costo de la ayuda humanitaria a terceros países, la caída de los estándares sociales nacionales y una inestabilidad política que abre las puertas a las fuerzas radicales ultraderechistas.

Ya al comienzo de la crisis alimentaria, la Comisión Europea tuvo que destinar 600 millones de euros para paliar sus consecuencias. Estos fondos se enviarán a África y el Caribe como ayuda humanitaria (150 millones de euros), para la producción y sostenibilidad de los sistemas alimentarios (350 millones de euros) y apoyo macroeconómico (100 millones de euros).

Las declaraciones de los líderes de la UE con respecto a las acciones de Moscú, de una dureza inusitada, se explican debido a que estos dirigentes europeos han entendido las dimensiones del peligro que se cierne sobre el continente. Según el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, el bloqueo a las exportaciones de cereales de Ucrania y la consiguiente destrucción de la infraestructura por parte de Rusia “es un intento deliberado de usar los alimentos como arma en la guerra; un intento deliberado de crear hambre en el mundo para ejercer presión sobre el mundo, la UE y Ucrania".

La resolución de la última cumbre de la UE pidió a Rusia que deje de atacar las instalaciones agrícolas de Ucrania, robar cereales y bloquear los puertos marítimos. “Rusia está utilizando los alimentos como arma en la guerra contra Ucrania. Moscú es responsable de provocar la crisis alimentaria mundial”, subrayó la UE.

Ucrania, como país perteneciente al selecto grupo de principales exportadores de grano, proporciona cereales a 400 millones de personas en todo el mundo. Debido a la escasez en Ucrania, los precios mundiales de los alimentos están subiendo y el número de personas que se hallan en situación de necesidad está aumentando. El secretario general de la ONU, António Guterres, estima que su número ha aumentado de 440 millones a 1.600 millones. Otros 250 millones están al borde del hambre.

El objetivo del Kremlin ha sido crear las condiciones previas para que se expanda el hambre global en el Tercer Mundo, involucrar a EEUU y la UE en la crisis y distraerlos de Ucrania

Según Human Rights Watch, la invasión rusa ha agravado la crisis alimentaria en Oriente Medio y el norte de África. Por ejemplo, Líbano recibe el 80% de su trigo de Ucrania; Libia, más del 40%; Yemen, el 30%; Turquía, hasta el 90%. Las mezclas de cereales de Siria y Egipto se basan en el trigo ucraniano. Todos estos países pronto afrontarán los efectos devastadores del bloqueo de alimentos si el acuerdo al que han llegado Rusia y Ucrania no se materializa.

La Federación Rusa hasta ahora ha estado socavando deliberadamente la logística del mercado mundial de alimentos, bloqueando los puertos marítimos de Ucrania, destruyendo la infraestructura y robando o destruyendo los suministros de exportación de alimentos. El objetivo del Kremlin ha sido crear las condiciones previas para que se expanda el hambre global en el Tercer Mundo, involucrar a EEUU y la UE en la crisis y distraerlos de Ucrania. Al hacerlo, Moscú deseaba mejorar su posición en la guerra con Kiev.

La lógica y las herramientas de tales acciones tienen una terrible analogía histórica: el Holodomor, el hambre provocada deliberadamente por Stalin en 1932-33 para imponer la colectivización de la agricultura. El Kremlin está acostumbrado a utilizar el hambre como herramienta de guerra y arma de destrucción masiva. Durante esos años, los demógrafos estiman que 3,9 millones de personas murieron de hambre en Ucrania. La forma de actuar y los objetivos actuales de Putin no han cambiado. Ha estado creando hambre en otros países para matar a los ucranianos y romper su voluntad de resistir. Moscú incrementa la apuesta geopolítica al chantajear al mundo de esta forma.

Se acaba el tiempo para lograr romper el bloqueo de los puertos marítimos ucranianos. Según los expertos, Ucrania tiene almacenadas hasta 20 millones de toneladas de granos exportados, el 90% de los cuales deben exportarse por mar, dado que la logística terrestre tiene una capacidad de carga limitada. En un mes, Ucrania comenzará a cosechar nuevos cultivos. Si el anterior no se elimina para ese momento, el país se ahogará en la logística interna. Y entonces el hambre global se volverá no solo tangible sino inevitable.

El acuerdo para permitir las exportaciones de trigo debe tener como garante a la Alianza Atlántica, dada la comprobada tendencia del Kremlin a incumplir sus pactos

“Este año, Ucrania está decidiendo el destino de tres cosechas: la del año pasado, que debe exportarse, la de este año, que no se puede recolectar por completo debido a las hostilidades, y la futura, ya que los agricultores ya no sembrarán los volúmenes habituales”, subraya Igor Solovey, jefe del Centro de Comunicaciones Estratégicas y Seguridad de la Información.

Para resolver los tres problemas, es necesario obligar a Rusia a desbloquear los puertos marítimos de Ucrania en los próximos días. Esto requiere una acción consolidada decisiva por parte de los actores clave, posiblemente involucrando a las fuerzas de la OTAN. Este acuerdo que ha surgido de las actuales negociaciones entre representantes de Rusia y Ucrania para permitir las exportaciones de trigo debe tener como garante a la Alianza Atlántica, dada la comprobada tendencia del Kremlin a incumplir sus pactos. Ello evitaría no solo una nueva crisis migratoria, sino también enormes costes financieros que la UE y los contribuyentes estadounidenses aún desconocen.

Una demostración efectiva de fuerza con respecto a las exportaciones de cereales sería un punto de inflexión en la guerra y un mensaje al Kremlin. El dominio de Rusia en el Mar Negro cesará después de la participación de las flotas de los miembros de la OTAN. La presencia de los buques de guerra de la Alianza en el Mar Negro, incluso para brindar seguridad a los barcos de transporte, limitará la capacidad de Rusia para lanzar misiles contra Ucrania. Esto reducirá significativamente los riesgos para Odesa, Mykolayiv y para toda Ucrania.

Es obvio que Occidente, de forma coordinada, tendrá que resolver la crisis alimentaria mundial teniendo en cuenta los intereses de Ucrania. Nadie puede negociar con Putin a espaldas de Kiev.

El único plan factible es obligar a Rusia a retirarse y eliminar el bloqueo de los puertos marítimos de Ucrania. El mundo civilizado evitará el hambre global, la disrupción geopolítica y los costos adicionales, solo poniendo en su lugar a un país que actúa como un matón descarado aunque detenta tan solo un 3% del PIB mundial.

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