Artículo de Juli Capella

¡Qué mala sombra!

Cuando se proyecta una plaza desde un despacho con aire acondicionado apenas se piensa en su uso

Ola de calor en Barcelona

Ola de calor en Barcelona / EFE / Marta Pérez

Juli Capella

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La expresión "tener mala sombra", de origen gitano andaluz, se refiere, por oposición, al beneficio de tener una buena sombra que te cobije. En realidad, la sombra es algo que no existe, pero cada vez nos es más necesaria. Por dos motivos, protegernos del calor y evitar la radiación solar. En el Mediterráneo somos expertos en esta precaución. Mientras los nórdicos aprovechan cualquier resquicio de sol con avaricia, aquí nos ha tocado históricamente sacárnoslo de encima.

La arquitectura popular, con la adecuada orientación y porches, siempre ha sabido cómo generar sombra. La genial pérgola de origen vegetal permite el sol en invierno, pero lo evita en verano. Sin embargo, esa protección atávica en nuestras latitudes se fue abandonando por cierta arquitectura estándar y por la confianza en que la tecnología del aire acondicionado podía resolverlo todo. Y fueron prodigándose edificios tontos presuntamente listos y al final insostenibles, con grandes vidrieras al sur, sin voladizos, sin persianas. En el espacio público la desprotección es mayor. Por suerte, si las calles tiene una sección suficiente suelen dejar una acera con sombra, y si tienen hileras de árboles, mucho mejor.

Pero, al llegar a las plazas, a los parques, jardines y espacios públicos, la sombra desaparece. Tan solo la ofrecen algunos árboles, si es que los hay, y poca si son palmeras. Y los bancos no suelen estar ubicados donde arrojan su sombra. No hay apenas pérgolas ni sombrajos ni sombrillas. Resultado, inmensos espacios desiertos, porque no hay quien quiera vivirlos, ni siquiera cruzarlos. Resulta cómico ver estos días cómo se agolpan ancianos y niños bajo un triste arbolito. A partir de ahora debería ser aconsejable crear itinerarios cubiertos y asegurar en cada plaza suficiente espacio sombreado. Es muy fácil prever dónde, el sol se empeña en seguir el mismo recorrido hace milenios. Pero cuando se proyecta una plaza desde un despacho con aire acondicionado apenas se piensa en su uso. ¡Qué mala sombra tenemos!

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