La estrategia socialista
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Sánchez y el PSOE

El líder socialista intentará reunificar y rearmar al partido con vistas a las autonómicas y municipales de 2023 y ante un PP reforzado en las encuestas

Sin su equipo inicial y con un núcleo más masculino: así queda Sánchez con la marcha de su 'números dos'

Sin su equipo inicial y con un núcleo más masculino: así queda Sánchez con la marcha de su 'números dos'

Por unas razones u otras, algunas todavía desconocidas, Pedro Sánchez ha ido prescindiendo en el último año del núcleo duro que en 2017 le ayudó a reconquistar el liderazgo del PSOE, derrotando a notables y barones, y le acompañó en la aventura de la moción de censura contra Mariano Rajoy y en las sucesivas elecciones que desembocaron en el Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Hace un año, con la remodelación del Ejecutivo, Sánchez prescindió de Carmen Calvo y José Luis Ábalos, quien, de rebote, dejó la secretaría de organización del partido, y del gurú Iván Redondo. Ahora, no está claro si a petición propia o por indicación del líder socialista, quien ha dejado su cargo de vicesecretaria general del PSOE ha sido su lugarteniente, Adriana Lastra. De aquel grupo de incondicionales solo sobreviven Margarita Robles en el Gobierno y Santos Cerdán en el partido.

La exclusión de quienes han sido sus más fieles compañeros parece estar motivada por una operación de Sánchez para rearmar y reunificar el partido de cara a las elecciones autonómicas y municipales de 2023. Unos comicios que son vitales para el PSOE, que necesita salir airoso de ellos si quiere darle la vuelta a la percepción generalizada de que el PP de Feijóo ganará las próximas generales. Hasta el CIS pronosticaba ayer por primera vez la victoria de los populares. Aunque aún hay elementos que no están claros, parece que Sánchez ha pensado que reconciliar y reforzar internamente al PSOE requería apartar de la primera fila a quienes fueron más beligerantes en las batallas internas y, quizás por ello, resultar molestos a los que fueron más críticos o lo siguen siendo.

Sean cuales sean las razones últimas, lo que parece claro es que, con su probada frialdad, Sánchez ha cambiado aquellas lealtades por las de Óscar López y Antonio Hernando, con quienes formó equipo en sus primeros balbuceos en la política, a principios de siglo. Responsables desde hace un año del gabinete de Moncloa, son los que también ahora parecen llamados a recuperar el control del partido, particularmente del comité electoral que se ocupará de la organización interna de los comicios. Es lo que algunos de los que ahora se sienten desplazados consideran el retorno de Sánchez «al PSOE de siempre».

Solo han pasado nueve meses desde el último congreso socialista, pero a la vista de lo que está ocurriendo parece que fue un fracaso. Más allá de aquellas fotos de reconciliación con el viejo partido, con Felipe González, en particular. Suele ser normal que estando en el poder el partido pierda protagonismo, pero hace ya tiempo que desde la sede de Ferraz no se emite ningún mensaje estimulante y que la insignificancia de sus portavoces no les ha permitido siquiera vender los logros del Gobierno. Hay quien atribuye esa parálisis al interés del propio Sánchez por centrar toda la atención en su liderazgo, porque ese es un problema del que adolece también el Ejecutivo tras la remodelación de hace un año. Esta es seguramente una de las deficiencias que el líder socialista tratará de superar con los nombramientos que apruebe el próximo sábado el comité federal. Es un acierto que haya convocado de urgencia al máximo órgano del partido, porque sería pernicioso para el país que a la incertidumbre provocada por la inflación y las negras perspectivas energéticas se uniera también una crisis del principal partido del Gobierno. El PSOE necesita recuperar referentes políticos que refuercen a Sánchez y volver a tener la presencia que merece en el debate público.