La nota | Artículo de Joan Tapia

JxCat: ¿maximalismo moderado?

El congreso del partido ha reafirmado la línea ideológica radical de Borràs y Turull, pero corregida por guiños a una praxis más medida

Laura Borràs besa a Jordi Turull durante un acto de campaña celebrado en Reus, en enero del 2021

Laura Borràs besa a Jordi Turull durante un acto de campaña celebrado en Reus, en enero del 2021 / EFE / SUSANNA SÁEZ

Joan Tapia

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

JxCat acaba de celebrar la segunda parte de su congreso con dos mensajes principales. Uno, explícito y público, el otro insinuado. El explícito es que la unidad de Junts, fijada en junio en Argelers con el pacto entre Laura Borràs, que encarna el alma más radical, y Jordi Turull, más institucional y que viene de CDC, se consagra. No solo se cierra filas con Borràs, amenazada por el inicio del juicio oral en el Tribunal Superior de Catalunya, sino que se reafirman los principios más rupturistas y contrarios a la negociación con Madrid.

Así, se insiste en que la mesa de negociación con el Gobierno del Estado, que Pere Aragonès acaba de relanzar, no sirve para nada y, además, “anestesia” el conflicto (Borràs). La mesa debería desaparecer en octubre, coincidiendo con el quinto aniversario del referéndum, cuyos resultados se consideran vigentes. Sería el punto de inflexión para lograr “la independencia o la independencia”. Poca broma. Y Turull replicó a ERC y a todos los tentados por el gradualismo: “No hemos de ser más para hacer (¿qué? ¿la insurrección?), sino que hemos de hacer para ser más”. Voluntarismo radical etéreo porque no se concreta en qué consiste el “hacer” ni en los caminos para llegar a él. ¿El resultado del referéndum de 2017 se puede imponer cinco años después?

Parece más un acto de fe que una estrategia, porque la táctica electoral sí que resulta diáfana: conquistar el máximo de votos independentistas (y robarlos a ERC) acusando a la estrategia republicana (la negociación con el PSOE) no solo de blanda sino de olvidar o traicionar el activo de 2017. Se habla de “recoser” la unidad del independentismo, pero no pactando con Junqueras sino imponiendo las premisas de Turull y Borràs.

Las municipales de mayo de 2023 (en 2019 ERC y PSC quedaron bastante por delante de JxCat) son el objetivo. Por eso luego el radicalismo se modula sin complejos. ¿Ruptura del Govern de la Generalitat si los republicanos mantienen la mesa de diálogo? Nada de nada. Al menos hasta que los militantes puedan votarla tras una auditoría tan prometida como poco concretada. Y lo mismo pasa con el pacto con el PSC en la Diputación de Barcelona. Gusta menos, pero habrá alcaldes de JxCat que pensarán en el PSC para evitar, o disminuir, el posible dominio de ERC. El enemigo proclamado puede ser el aliado conveniente para no quedar a las órdenes del amigo.

La batalla municipal no va a ser dirigida por el secretario de organización impuesto por Borràs, sino por el propio Turull con la ayuda del diputado Saldoni. Radicalismo contra ERC y el PSC (más), pero prudencia sobre los pactos, necesarios para tener poder y presupuestos.

Y en economía hay signos claros de querer recuperar el gen convergente, fecundado incluso por la doctrina anti-impuestos de la presidenta de Madrid. Así, se habla de suprimir el impuesto de sucesiones y donaciones (que enerva a mucha clase media), de estudiar si se puede hacer lo mismo con el de patrimonio y de rebajar del 50 al 45% el tipo máximo del IRPF.

En resumen, JxCat apuesta por una liturgia radical corregida por una praxis más pragmática. No es lo peor que podía pasar. Y si se confirmara la apuesta por Xavier Trias, que le dijo a Joan Vehils en EL PERIÓDICO del domingo que ahora lo importante es que Catalunya tenga más poder, la apuesta convergente estaría resurgiendo. ¿Será Trias el candidato a la alcaldía de Barcelona? Hay gente de Junts a la que no gustará, pero ¿tienen otro candidato para afrontar de verdad a Maragall, Colau y Collboni?

Suscríbete para seguir leyendo