Ágora

Hambre, guerra y comedores escolares

Ante el encarecimiento y la escasez de los alimentos, es urgente ampliar el acceso gratuito al comedor escolar, una de las medidas eficaces para garantizar la alimentación infantil, tanto en Europa como en las zonas más pobres del planeta

Unos niños, en la calle, a la hora de la merienda.

Unos niños, en la calle, a la hora de la merienda. / CARLOS MONTAÑÉS

Beatriz Silva

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Después de cuatro meses de guerra en Ucrania sabemos que una de sus primeras y más terribles consecuencias es el hambre que ha comenzado a extenderse por las zonas más pobres del planeta. La FAO calcula que más de 40 millones de personas están sufriendo hambre severa en el mundo, y un informe reciente de Oxfam y Save the Children anunciaba que 181 millones de personas padecerán niveles críticos de hambre en 2022.

Detrás del encarecimiento y la escasez de los alimentos se encuentra el alza del precio de los combustibles, pero especialmente la dependencia del grano que provenía de Ucrania, un país conocido como 'el granero de Europa' por sus exportaciones de trigo, maíz y girasol. Rusia era también proveedor de granos pero además de fertilizantes, por lo que la guerra no solo ha encarecido el coste de los alimentos, sino que ha generado un efecto dominó en otros mercados, como India, que ha congelado sus exportaciones para garantizar el suministro de su propia población.

Los próximos meses serán cruciales para luchar contra una pandemia inesperada, la del hambre, que se manifestará con distinta intensidad en las diferentes zonas del planeta y que la FAO ha augurado será de larga duración. En Europa, el Estado del bienestar ayudará a mitigar el impacto de la subida en el coste de los alimentos, pero la calidad y la cantidad de lo que consumen las familias con menos ingresos se verán muy afectadas.

Según Cáritas, en nuestro país tres de cada diez familias ya se habían visto obligadas en 2021 a recortar los gastos de alimentación. La Encuesta de Condiciones de Vida apunta a que en los últimos dos años el porcentaje de hogares con niños y niñas a cargo que no puede acceder a una ración proteica cada dos días se ha duplicado. Estas familias, que ya tenían dificultades o no podían adquirir alimentos indispensables para el desarrollo infantil como fruta, verdura, pescado y carne, ahora se verán obligadas a reducirlos o descartarlos de su dieta por la subida de precios. Además se sumarán otras familias que no podrán hacer frente a los gastos básicos por la pérdida de poder adquisitivo.

Ante este escenario, los programas de comidas escolares aparecen como una de las medidas eficaces para garantizar la alimentación infantil, tanto aquí como en las zonas más pobres del planeta. Antes de la pandemia estos programas llegaban a 388 millones de niños y niñas en 161 países, demostrando ser una forma eficaz de luchar contra el hambre.

En Europa, los países de la UE se comprometieron en junio de 2021 a que la Garantía Infantil Europea aseguraría el comedor escolar gratuito a toda la infancia en situación de pobreza. En Catalunya, esta afecta a un 34% de los menores de 16 años pero, a pesar de estas altas tasas de pobreza infantil, la proporción de niños, niñas y adolescentes que accede a becas de comedor no llega al 11%, según un informe reciente de Save the Children. A esto se suma la desaparición del comedor en los centros públicos de secundaria, que dejó a miles de adolescentes sin poder acceder a una comida completa a partir de los 12 años.

Es urgente garantizar la alimentación de todos los niños, niñas y adolescentes ampliando el acceso gratuito al comedor escolar, que puede financiarse a través de los recursos que ofrece el Fondo Social Europeo +, el Fondo de la Ayuda para las Personas más Necesitadas (FEAD) o el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) que han sido diseñados para esto. Es igualmente urgente garantizar que llegue suficiente alimento a aquellos países en los que la hambruna se está cobrando la vida de millones de personas.

Tal y como proclamaba la revista británica 'Tribune' en su última edición, “ha llegado la hora de declarar una emergencia alimentaria”. Lo hacía en referencia a los 7,3 millones de adultos y 2,6 millones de niños y niñas que no pudieron acceder a suficientes alimentos en el último mes en Reino Unido y que es una pequeña muestra de lo que comienza a suceder dentro de las fronteras europeas. Es urgente afrontar la emergencia alimentaria de forma solidaria, priorizando aquí, pero también en los países más pobres, una respuesta integral al hambre, protegiendo, por encima de todo, a la infancia.