Opinión | Análisis

Rafael Vilasanjuan

Italia somos todos

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La crisis del gobierno italiano no llega por casualidad. Al margen de las maniobras de sus socios, la carga de profundidad tiene mucho que ver con el descontento tras la sucesión de crisis que han puesto de manifiesto la falta de un horizonte donde reencontrar esperanzas. La inflación desbocada, la menguante capacidad de amplios sectores que empiezan a cuestionar cómo hacer frente a costes básicos de la vida, están detrás de la falta de confianza. Las aguas revueltas invitan al populismo. No hay mejor momento que cuando la desesperanza aprieta. De ahí que desde la izquierda radical del movimiento Cinco Estrellas a la ultraderecha de Mateo Salvini o los Hermanos de Italia, pidan elecciones y dejen caer al gobierno de Mario Draghi. Las encuestas en Italia dan buenos resultados a los populismos ya sean de izquierda, ultraconservadores o nacionalistas. Aunque parece la opción más probable, Draghi medirá esta semana sus fuerzas antes de confirmar si definitivamente se va. En todo caso la inestabilidad va a ser la constante en Italia haya o no elecciones anticipadas.

Pero el problema no es solo de Italia, se traslada a toda Europa en el momento en que más estabilidad se necesita para gestionar la recuperación tras la pandemia y más firmeza se requiere para hacer frente a la amenaza rusa. Italia no es una isla. Macron en Francia también se encuentra en la encrucijada de una legislatura difícil, con populistas a uno y otro lado del espectro; en otros países como España, donde los partidos tradicionales todavía mantienen cierta hegemonía, su incapacidad para entenderse, al menos durante la emergencia, también alienta la inestabilidad. El gobierno de Draghi es la punta de lanza que amenaza al resto de Europa. El continente sigue siendo la región del mundo donde mejor vive la clase media, pero ahora mismo es precisamente la que más siente la amenaza, huérfana de un horizonte donde se pueda intuir salida. Sin recuperación a la vista y una guerra en la frontera, la inestabilidad no es solo de Italia, es de todos.

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