Artículo de Albert Soler

Laura Borràs quisiera ser víctima de Villarejo

La sola mención de su apellido en uno de los muchos audios del excomisario convertirían a la presidenta del Parlament, a ojos de sus feligreses (cada vez menos), en una víctima del sistema

Presidenta del Parlament Laura Borrás

Presidenta del Parlament Laura Borrás / Quique Garcia

Albert Soler

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Ya es mala suerte que Villarejo no tenga nada que ver con el 'caso Borràs', con lo contenta que se pondría esta mujer. Si con solo verse envuelta en un caso clásico de corrupción, es capaz de afirmar que se la persigue por 'lacista', de organizar actos en su apoyo y de redactar manifiestos en su favor, la sola mención de su apellido en uno de los muchos audios del excomisario la convertirían a ojos de sus feligreses -cada vez menos- en una víctima del sistema. Para su desgracia, Villarejo ni se fijó en ella, para qué iba a perder el tiempo, a su edad, con alguien tan torpe que se hunde solita, sin ayuda de nadie.

Bien es cierto que el manifiesto en favor de Borràs no lo firma nadie fuera de su círculo y de su partido, y que al acto de "desagravio" que tuvo lugar en el Ateneu no acudió un solo 'conseller'. Laura Borràs empieza a ser una apestada, y cuanto menos lo relacionen a uno con ella, mucho mejor; ahí está el propio Rufián marcando distancias entre el independentismo y el "fraccionar contratos en favor de un amigo narcotraficante", no le faltó más que ajustar la soga al cuello de la -todavía- presidenta del Parlament. Ignoro si la Borràs cree realmente que a base de manifiestos tendrá más opciones de librarse de la cárcel, no me extrañaría, la pobre mujer tiene toda la pinta de pensar que la justicia es un asunto de abajofirmantes, como si recogiera firmas entre sus amiguitas para decidir qué modelito comprarse. De momento la estrategia no parece funcionar muy bien, sin duda habrá que perfeccionarla: justo después de dichos actos de ensalzamiento de la Borràs a la altura de Juana de Arco, el fiscal anunció que va a pedir para ella entre 3 y 6 años de cárcel. Aunque tal vez haya todavía una oportunidad.

- ¿Oiga? ¿Señor Villarejo? Tengo un audio que podría usted hacer público, es la actual presidenta del Parlament catalán, dispuesta a fraccionar contr...

-Le repito que me deje en paz, señora Borràs, la he vuelto a reconocer. Haga el favor de no llamarme más, lo suyo es tan chapucero que me avergonzaría que alguien pensara que es cosa mía.

Puesto que Villarejo no se presta a colaborar, no queda sino amarrarse al sillón de presidencia del Parlament, de momento clamando por su inocencia, como todos los acusados del mundo, y más tarde, intentando cambiar el reglamento de la Cámara que la obliga a dimitir. El 'lacismo' como doctrina se caracteriza por desobedecer cualquier norma si le perjudica. La razón es que no es obligatorio obedecer leyes injustas. ¿Y cuándo son injustas? Cuando perjudican a algún lacista. Si el reglamento obliga a la dimisión de Laura Borràs por estar acusada de delitos de corrupción, el fallo no es de Borràs, sino del reglamento. Además, cambiar un reglamento requiere mucho menos esfuerzo que mover a la Borràs un solo milímetro, no digamos desalojarla de una silla. Si nada de esto funciona -que no funcionará- acabará en el juzgado:

- Señora Borràs, la condeno a seis penas de un año de cárcel, ya ve qué poquita cosa. Eso sí, deberá cumplirlas íntegramente y una detrás de otra.

- ¡Pero señoría, eso es lo mismo que condenarme a seis años en total!

- ¿Lo ve? Ya va aprendiendo que fraccionar algo y concederlo todo a la misma persona equivale a no fraccionarlo. Para que después duden del valor pedagógico de la cárcel.

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