Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

El encuentro de lo más pequeño y lo más grande en un grano de arena

Imagen captada por el telescopio James Webb.

Imagen captada por el telescopio James Webb.

Josep Maria Fonalleras

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Resuenan las últimas palabras de Roy Batty, el replicante de ‘Blade Runner’, cuando leo las noticias sobre la colosal observación fotográfica del telescopio James Webb: "He visto rayos C que brillan en la oscuridad de la Puerta de Tannhäuser". Las imágenes son de estrellas que nacen y de estrellas moribundas, de planetas gigantes y nebulosas inciertas, y también hay galaxias que chocan en lugares recónditos del universo, rodeadas de mares de polvo y luz.

Más allá de las fotografías coloreadas, está la literatura que se esconde en esta reverberación del espacio que se vuelve tiempo y que nos aboca a la admiración o a la desesperación cósmica. El símil que se ha utilizado para explicar la magnitud del descubrimiento es que se asemeja a un grano de arena sostenido por dos dedos con el brazo estirado. Me ha evocado la escena final de una película magnífica, ‘El increíble hombre menguante’. El personaje, reducido a la nada, dice: “Comprendí que en realidad eran los dos extremos de un mismo concepto: lo increíblemente pequeño y lo increíblemente grande se encuentran, en un determinado momento, para cerrar un círculo gigantesco”. Y añade: "Tuve la sensación de abrazar el cielo, el universo, mundos infinitos".

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