La ciencia y la calvicie

Hace un año, el cortometraje que abría la programación de Temporada Alta se titulaba ‘Alopecia androgénica’. Lo dirigía Salvador Sunyer y era un ejercicio sobre la autoficción. El propio director, protagonista él mismo de una historia reflexiva sobre el arte, se sometía a una operación para recuperar el pelo en una clínica turca. Al parecer, en este tipo de establecimientos se obran milagros, pero no tengo constancia de que en el caso de Sunyer los resultados revirtieran la calvicie.

Parece ser, sin embargo, que otros tipos de alopecia tienen solución, empezando por la llamada “areata”, que no es una pérdida progresiva del cabello, sino repentina, con clapas prominentes que acaban colonizando toda la cabeza hasta la calvicie definitiva y, en algunos casos, prematura. Un medicamento de la farmacéutica Lilly – Baricitinib – ha superado con éxito la fase experimental: casi la mitad de los pacientes, al año, han recuperado la melena. El estudio, publicado en el ‘New England Journal of Medicine’, asegura que los resultados son "impresionantes". En un mundo lleno de vendedores de crecepelos milagrosos (metafóricos y reales), es un descanso saber que la realidad de la ciencia, al menos esta, es cierta y efectiva.

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