Dos más dos son cuatro
Juan Soto Ivars
Escritor y periodista
A la actriz Bette Midler, de intachable expediente hasta la fecha, no se le ocurrió otra cosa que tuitear contra el "borrado de mujeres", es decir, contra esa capa de corrección política 'queer' que arrasa en Estados Unidos y que sustituye cierta palabra habitualmente comprensible para mi abuela por metáforas retorcidas. Midler tuiteó: “¡MUJERES DEL MUNDO! ¡Nos están despojando de nuestros derechos sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas y hasta de nuestro nombre! Ya no nos llaman “mujeres”; nos llaman “personas gestantes” o “menstruadoras” ¡e incluso “personas con vaginas”! ¡No dejes que te borren! ¡Cada ser humano en la tierra te lo debe!”
Un poco hiperventilado, pero bueno, ¿qué hay de grave? La respuesta fueron titulares a lo largo y ancho del globo comparándola con JK Rowling. Es muy divertido esto de que te comparen con JK Rowling para difamarte. La autora de Harry Potter no ha dicho nunca nada que la convierta en el nuevo Hitler, pero es como lo de Woody Allen: una vez que te ponen el gorro con orejas de burro, hay una tropa que ya no ve nada más, y piensa que las orejotas son tuyas. Así que, tras miles de tuits insultando a Midler con epítetos como TERF, “basura blanca” o "supremacista cis" (insultos también incomprensibles para mi abuela) Midler se anduvo arrastrando, pero las disculpas no sirven de nada cuando un tiburón ha olido tu sangre.
Sumamos, pues, a la inocente Bette Midler a la lista de personas demoníacas con las que comparar a quien diga algo que no sea del agrado de los activistas. Pero se da el caso de que, mientras pasaba todo esto, y hablando de JK Rowling, Maya Forstater ganó un juicio. Quizás no te acuerdes de quién es Forstater, pero Rowling sí la tiene en mente. Es la investigadora por la que empezó su descenso a los infiernos.
A Maya Forstater la despidieron del laboratorio de ideas donde trabajaba, linchamiento digital y mediático mediante, por haber tuiteado que las mujeres transgénero pueden transformar su apariencia, su nombre y su identidad, pero no cambiar su sexo biológico. La acusaron de promover un discurso de odio, la quemaron viva y lograron su despido. Dado que Rowling dijo que Forstater tenía razón, le dieron la misma medicina. Y ahora la justicia se ha inclinado por donde era previsible.
En fin. ¿Quién iba a decir que en el siglo XXI podrías tener tantos problemas por afirmar que dos más dos son cuatro?
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