Artículo de Antón Losada

Girar sí, pero ¿hacia dónde?

Sánchez y su Gobierno pueden elegir entre tres itinerarios: girar hacia el centro, tratar de ir hacia el centro y a la izquierda a la vez o girar hacia la izquierda

Jens Stoltenberg, Joe Biden y Pedro Sánchez conversan durante la cumbre de la OTAN en Madrid.

Jens Stoltenberg, Joe Biden y Pedro Sánchez conversan durante la cumbre de la OTAN en Madrid. / Reuters

Antón Losada

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La cumbre de la OTAN fue bonita mientras duró, como un fin de semana invitado en la boda de otro; pero hoy es jueves y la resaca no afloja. Algo parecido deben estar pensando Pedro Sánchez y su Gobierno. Tras los selfis y los abrazos en el Museo del Prado ha retornado la cruel realidad de lo local.

Las sospechas de que lo acontecido en Andalucía era tan grave como parecía se confirman. Ni las encuestas ni la economía tienen pinta de ir a mejorar a corto plazo. La inflación devora la valoración de las políticas del Ejecutivo de coalición aún más rápido que los precios y las ayudas. Más de 25.000 millones movilizados en medidas contra la crisis provocada por la invasión de Ucrania y decreta la demoscopia que son más quienes piensan que se ha hecho poco y mal.

Parece obvio que en la Moncloa han decidido reaccionar y moverse. Con esa ciclotimia mediática tan suya, el presidente Sánchez ha concedido más entrevistas en una semana que todo el año anterior. El mensaje parece claro. Hay que reanimarse y poner en valor las políticas de un gobierno que molesta a los poderes de siempre, que no pararán hasta tumbarlo.

Rearmarse siempre es un buen comienzo. Frente a un Feijóo que, con Vox iniciando su ciclo descendente en la política española y con Ciudadanos casi completamente deglutido, ha decidido hacer como que va al centro, tocar a rebato a los tuyos parece lo más prudente. A partir de ahí todo se vuelven incertidumbres sobre qué dirección tomar. Sánchez y su Gobierno pueden elegir entre tres itinerarios: pueden girar hacia el centro, tratar de ir hacia el centro y a la izquierda a la vez o girar hacia la izquierda.

Ir al centro siempre parece la opción más segura. Aunque, en este caso, puede que no lo sea. Dicen los augures que al PSOE se le está yendo uno de cada 10 votantes por ese lado. Se trataría de esos electores socialistas que están por los derechos y la igualdad mientras haya dinero para financiarlos. El espacio parece ya ocupado con clara ventaja por Feijóo. Si algo debieran tener claro los socialistas es que no les va a dejar ni un milímetro. Hasta las elecciones, la táctica feijoniana será la misma que le llevó a victoria en Galicia. Ejecutará su propia versión del abrazo mariano que Rajoy elevó a arte. Atraer para separar, ni una mala palabra, ni una buena acción; entre abrazo y abrazo, a los fuegos de la coalición, gasolina. Si espera poder pactar o acordar algo con el líder popular de aquí a las generales, a Sánchez más le vale aguardar sentado.

El otro riesgo de ir al centro reside en agravar aún más la creciente desmovilización de la izquierda, que explica buena parte de las malas proyecciones para socialistas y morados. A los votantes de este Ejecutivo les gustan bastante más sus políticas que la coalición que las hace. Si Sánchez no consigue recuperar esa conexión dará igual hacia dónde gire.

Otra opción tentadora la ofrece tratar de ir hacia el centro y la izquierda al tiempo. Una vía para lograrlo consistiría en rotar las políticas económicas y sociales a la izquierda ampliando ayudas y derechos y tocando la fiscalidad, mientras se viran hacia un discurso más duro y de orden políticas como la defensa y la inmigración. El principal problema reside en que, en política, las leyes de la física no se suspenden. No se puede ir en dos direcciones a la vez sin acabar tropezando. Pueden preguntarle a Pablo Casado por el desastroso final de su intento de ir al centro y a la derecha a la vez; al final siempre te acabas quedando solo.

La tercera posibilidad pasa por girar a la izquierda. En este mundo donde los límites de lo políticamente posible los marca el pensamiento reaccionario, siempre se presenta como la vía más arriesgada, perversa e inútil. Y tiene sus riesgos, aunque no mayores que las otras rutas. Su principal ventaja hoy consiste tener por ese lado a una candidata conocida y valorada, Yolanda Díaz, que quiere ir aún más a la izquierda; lo que permitiría diseñar un viaje para dos con cierto margen para el control de riesgos. La primera regla para ganar unas elecciones dispone que deben darse razones a los tuyos para ir a votar y luego buscar a los otros. El ruido no moviliza, solo aburre.

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