Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

Horizontes y puestas de sol en el estreno del Festival Grec

La mítica NDT inauguró el Grec con tres pequeñas joyas de danza contemporánea

La mítica NDT inauguró el Grec con tres pequeñas joyas de danza contemporánea / FERRAN NADEU

Josep Maria Fonalleras

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Creo que mi primer espectáculo de danza contemporánea fue '1980', de la Tanztheater Wuppertal de Pina Bausch. Era, si no lo recuerdo mal, el primer montaje del Mercat de les Flors, en 1985, cuando todavía no era un teatro como ahora. Reviso las críticas que se publicaron entonces y hablan de unas “miniaturas” que explicaban un “drama existencial”, en una atmósfera de “desencanto y añoranza”. Fue, por supuesto, una experiencia memorable, entre el teatro y la danza, con los bailarines-actores deambulando sobre un césped artificial al ritmo de 'Somewhere over the rainbow' de Judy Garland.

Lo evoco, después de haber visto a la Nederlans Dans Theater en el estreno del Grec, porque he vuelto a esa misma magia, ese territorio donde se diluyen los argumentos y donde los relatos se convierten en historias explicadas por unos cuerpos que se mueven. Captar el detalle del músculo. Estar atento a la evolución rítmica, a la movilidad y los trasiegos, a la excitación y la calma, a la agitación individual que se vuelve alboroto colectivo ordenado con rigor. Una de las piezas de la NDT se titulaba 'Cómo afrontar una puesta de sol cuando el horizonte ha sido desmontado'. Quizá la danza sea eso. Solo eso. Todo eso.

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