La campaña militar (51) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

Lisichansk cae en manos rusas, pero la victoria sigue igual de lejana

Casi dos meses después de su inicio, el avance ruso tan solo ha logrado arañar a lo que ya tenía en sus manos, o en las de sus peones locales, unos paupérrimos 1.500 kilómetros cuadrados del Donbás

Los rusos siguen castigando el Donbás y Jarkov, donde han aumentado los ataques

Los rusos siguen castigando el Donbás y Jarkov, donde han aumentado los ataques / Orlando Barría

Jesús A. Núñez Villaverde

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Tras Severodonetsk, también Lisichansk ha pasado a manos rusas, completando así el control militar del ‘oblast’ de Lugansk que Moscú perseguía desde hace casi dos meses. Dos meses de una ofensiva que, en una primera lectura, muestra que a pesar de todos los errores políticos y militares cometidos y de la ayuda militar que sus enemigos están recibiendo desde el exterior, su mayor peso termina por imponerse inexorablemente. Pero aun así, no cabe deducir que Moscú esté hoy más cerca de la victoria que ayer.

Aun a costa de resultar reiterativo, es obligado recordar que el plan inicial de Rusia, repitiendo lo realizado en Afganistán en 1979, era echar abajo al Gobierno de Volodímir Zelensky y colocar en su lugar a un títere que inmediatamente pidiera auxilio militar a Moscú. Como resultado de ese estrepitoso fracaso, Vladímir Putin ha tenido que ir rebajando la ambición de su esfuerzo militar ante la extraordinaria respuesta militar de Ucrania, limitándolo a una ofensiva que pretende controlar la totalidad del Donbás (es decir, los ‘oblast’ de Lugansk y Donetsk, de los que un tercio ya estaba en su poder antes de la invasión de finales de febrero). Y la cruda realidad muestra que, casi dos meses después de su inicio, el avance ruso tan solo ha logrado arañar a lo que ya tenía en sus manos, o en las de sus peones locales, unos paupérrimos 1.500 kilómetros cuadrados de ese territorio; lo que equivale a un 0,3% más de lo que ya controlaba antes de iniciarlo.

A ese ritmo de avance, y dada la creciente acumulación de pérdidas tanto humanas como materiales, no parece factible que Rusia vaya a lograr el dominio completo de esa región en esta fase de la guerra. Por un lado, ha quedado claro que su capacidad de maniobra es muy limitada, lo que le ha impedido mantener la presión en la totalidad del frente abierto en el arranque de su ofensiva (unos 1.000 kilómetros). Pero es que incluso en los lugares donde ha podido romper la línea de defensa ucraniana no ha logrado progresar rápidamente, tanto por sus propias deficiencias –ausencia de dominio aéreo y falta de carros de combate y de blindados de transporte de personal– como por la creciente actividad guerrillera de grupos locales contrarios a Moscú dentro de las zonas ocupadas.

A eso se añaden ahora dos factores que tampoco auguran buenas noticias para Rusia. Por una parte, su concentración en objetivos de limitada significación militar como Severodontesk y Lisichansk ha permitido a las fuerzas ucranianas crear situaciones ventajosas en otros puntos del frente, lo que se ha traducido en contraataques moderadamente exitosos como los que se registran en Jersón y, más relevante todavía, en la isla de las Serpientes, de donde han sido expulsadas finalmente las unidades rusas que contribuían a taponar la salida de mercancías y el tráfico marítimo en la parte occidental del mar Negro. Por otra, la entrada en servicio del nuevo material artillero –especialmente obuses M777 y Caesar, lanzacohetes múltiples M270, lanzamisiles M142 HIMARS y misiles antibuque Harpoon– supone una notabilísima mejora en la capacidad ucraniana para realizar fuego de contrabatería y para destruir bases logísticas y depósitos de munición rusos ubicados en la retaguardia. Con esos nuevos sistemas, mucho más precisos y mucho más maniobrables, los artilleros ucranianos pueden batir objetivos situados a unos 70 kilómetros de distancia, duplicando sus capacidades anteriores.

En definitiva, si ese escaso avance ya ha sido muy costoso para Moscú, más lo va a ser el que pretenda lograr ahora.

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