Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

Peter Brook, en otra parte: las verdades del teatro

Una escena de 'Une flüte enchantée', de Peter Brook.

Una escena de 'Une flüte enchantée', de Peter Brook.

Josep Maria Fonalleras

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Hace un año, Peter Brook estuvo en Barcelona, en el Festival Grec. Algunos privilegiados, los asistentes al estreno de 'Tempest Project', pudieron contemplar, sorprendidos, una clase magistral del hombre que cambió la idea del teatro contemporáneo. Sentado en una silla de ruedas reflexionó sobre una frase de Shakespeare que hablaba de lo desconocido. Se fijó en una palabra – 'elsewhere', en otra parte – para argumentar lo que siempre había defendido, que Shakespeare contiene “la totalidad de la vida”. Cuentan que fue una experiencia memorable en la que se hizo presente el legado de quien dijo que el teatro es un concentrado de la experiencia humana. Brook, en 'El espacio vacío', describió sus dos verdades esenciales. La primera es que en el corazón del teatro solo hay una certeza, la presencia del hombre, "es decir, el actor". La segunda es el gesto proteico, adámico, de entender la escena como este universo seco, solo con la potencia significativa de “alguien que atraviesa el espacio mientras otro lo observa”. Esto solo basta, escribió Brook, para hacer visible el acto teatral, sin apéndices. Para agrandar la vida, “para entender el único esoterismo que vale la pena descifrar, el ser humano”.

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