APUNTE

Vete tú, Ousmane

Xavi da instrucciones en el Benito Villamarín ante Dembélé.

Xavi da instrucciones en el Benito Villamarín ante Dembélé. / FCBarcelona

Sònia Gelmà

Sònia Gelmà

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Hastiados. Cansados. Hartos. Lo han conseguido, las dos partes. Nadie quiere saber nada ya del futuro de Dembélé. La indecisión del delantero y su representante resulta tan desesperante como la incapacidad del Barça por cerrar de manera definitiva la negociación. El club azulgrana se ve casi obligado, por necesidad y por petición de su técnico, a no renunciar al extremo, pero por su forma de proceder se diría que lo hace a desgana.

En un primer momento, el club se encargó de filtrar las peticiones astronómicas del agente, consiguió así tener de su parte a la opinión pública, pero se llevó por delante la imagen del jugador que ya había hecho suficientes méritos para desgastar su figura. No se puede negar que la estrategia elegida por el club no haya dado sus frutos.

En general, nadie le va a echar de menos si no renueva. La dirección deportiva lo daba por perdido porque seguramente sus previsiones calculaban que Dembélé funcionaría con la lógica de cualquier futbolista: no me quieren, me tiran la gente encima, me voy. Pero el francés es tan imprevisible fuera del campo como en él y ha reaparecido cuando ya nadie le esperaba. 

Negociación infinita

Y así volvemos a estar, inmersos en una negociación infinita en la que ninguno de los dos quiere colgar el teléfono. Cuelga tú. No, tú primero. El Barça es el eslabón débil en esta relación, así que, por favor, te lo pedimos, Ousmane, hazlo tú. Cuelga de una vez y olvidémonos de esta relación tóxica.

Porque nada de lo que puedas hacer va a cambiar el viejo mantra de que eres un mal profesional –no digo que no te lo ganaras a pulso en estos convulsos años en el Camp Nou-, nada va a remediar que el Barça pagara por ti mucho más de lo que valías, nada va a cambiar que en cinco años hayas acumulado todas las lesiones de una vida.

Por eso, ya que el Barça no puede –porque económicamente le convienes, tiene otras muchas necesidades y tu sustituto le va a salir más caro que tú-- lo mejor es que seas tú quien cierre la puerta y nos ayude a pasar página. Para poder, al fin, descansar.

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