La campaña militar (49) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

Cae Severodonetsk, pero no cambia nada

Fights in Severodonetsk

Fights in Severodonetsk / OLEKSANDR RATUSHNIAK

Jesús A. Núñez Villaverde

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La insistencia de Moscú para tomar Severodonetsk y la focalización mediática en el asedio al que sus tropas han sometido a la ciudad, incrementando paulatinamente los bombardeos indiscriminados contra la población civil y los ataques directos contra los defensores de la planta química de Azot, podrían hacer pensar que su toma supone un cambio sustancial en el desarrollo de la ofensiva rusa para controlar la totalidad del Donbás.

Es cierto que, con Severodonetsk en sus manos, Moscú controla ya prácticamente todo el 'oblast' de Lugansk, confirmando que, a pesar de sus bien visibles deficiencias en el campo de batalla, los rusos siguen avanzando hacia el oeste. También lo es que eso le permite liberar algunas fuerzas que ahora pueden sumarse a una ofensiva que ya tiene en el punto de mira a Kramatorsk, ubicada en el 'oblast' de Donetsk. Pero, de inmediato, cabe señalar que su conquista no supone un giro radical en la marcha de los combates. Antes bien, cabe recordar que lo que ahora se presenta como una muy relevante victoria rusa suena a muy poco, cuando se compara con el ambicioso plan inicial de llegar a Dnipro, en las orillas del río Dniéper, y embolsar a todas las tropas ucranianas desplegadas en el Donbás. Un plan que tuvo que ser abandonado de inmediato, ante el pobre desempeño de las fuerzas invasoras y la extraordinaria respuesta ucraniana.

Además, la resistencia ucraniana no ha sido en vano, aun siendo conscientes de que la ciudad estaba perdida desde hace tiempo. En términos militares, y sin olvidar que se trata de una nueva tragedia humana, la defensa de la ciudad ha servido precisamente para fijar a unas tropas rusas que, de otro modo, habrían podido ser empleadas en otros puntos del frente, con la intención de acelerar el avance ruso antes de que Ucrania estuviera en condiciones de emplear el nuevo material que le ha sido suministrado desde el exterior. Igualmente, el tiempo ganado por los defensores de Severodonetsk ha permitido que otras unidades ucranianas hayan podido instruirse en el empleo de esos nuevos sistemas de armas, que ahora podrán servir para no solo frenar a los invasores, sino también para impulsar los contrataques que se están desarrollando en otros escenarios, como Jersón y Járkov.

Elevando la mirada por encima de las particularidades de este trágico episodio bélico, y a la espera de lo que depararen los próximos choques de fuerzas, ya es posible determinar que apenas hay nada nuevo bajo el sol en relación con los cálculos estratégicos de ambos bandos y las tácticas empleadas para lograr sus objetivos militares. No ha aparecido ningún arma que, por sí sola, conceda la victoria definitiva, aunque eso no niega que los drones cobran cada vez mayor importancia, tanto para labores de reconocimiento y vigilancia como en misiones de ataque. Tampoco está siendo el cementerio de ninguna de ellas, incluyendo unos carros de combate que tantas veces se han calificado como obsoletos. En términos operativos tampoco ninguno de los dos bandos está aportando novedades reseñables en el empleo combinado de la infantería con apoyo artillero y aéreo, más la aportación de los ingenieros en labores de apertura de pasos y obstrucción del avance enemigo. Del mismo modo, vuelve a quedar confirmado que sin una buena organización logística -uno de los más evidentes talones de Aquiles de Moscú- es imposible sostener los combates, tanto en clave ofensiva como defensiva, con mínimas opciones de éxito. Y así suma y sigue hasta el próximo choque frontal.

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