Artículo de Rafael Vilasanjuan

OTAN, la última trinchera

Justamente cuando menos necesaria se intuía la existencia, lo que parecía una debilidad, Putin lo ha convertido en fortaleza

Medidas de seguridad previas a la Cumbre de la Otan

Medidas de seguridad previas a la Cumbre de la Otan / Chema Moya

Rafael Vilasanjuan

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El miércoles Madrid va a paralizarse, lo que tenía que haber sido una reunión en el camino para definir un nuevo horizonte estratégico para la OTAN, se ha convertido en la cumbre más trascendente desde su creación hace 70 años. Cuando se anunció que tendría lugar en Madrid, ni Ucrania estaba en guerra, ni la Rusia de Putin amenazaba con un conflicto total, ni a la puerta de la OTAN llamaban nuevos países. Tan lejos estábamos de la nueva realidad que nadie se dio por aludido cuando Donald Trump anunció que EEUU iría retirando progresivamente su apoyo a la alianza si los países europeos no alcanzaban a poner más recursos. 

Perdido el horizonte inicial. La OTAN fijaba como objetivo para esta cita aprobar un plan estratégico centrado en las nuevas amenazas de actores no estatales o en las consecuencias para la seguridad de los nuevos retos globales, desde el cambio climático a la enorme fractura socioeconómica entre países. Pero lo que suponía la trasformación de una agenda de defensa militar a una más amplia de seguridad compartida se ha esfumado. Justamente cuando menos necesaria se intuía su existencia, lo que parecía una debilidad, Putin lo ha convertido en fortaleza. Antes de Ucrania, la opinión pública se dividía casi a partes iguales entre el rechazo y el apoyo a la Alianza. Con la guerra todo ha cambiado. Ahora 8 de cada 10 europeos la ven como la única trinchera frente a la amenaza. Esa misma proporción es la que ha llevado a Suecia y Finlandia a pedir su incorporación después de décadas de mantener una posición neutral. Tras la cumbre del G7, Madrid se convertirá durante dos días en la capital de la guerra: el apoyo a Ucrania, la entrada de nuevos países, el compromiso de los socios a incrementar sus presupuestos de defensa -aunque sea a costa de otras necesidades- y, en última instancia, hasta la posibilidad de atacar, si es preciso, conforman la agenda. La OTAN regresa a la casilla de donde salió hace 70 años, la última trinchera al oeste de Rusia.

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