Rémoras machistas
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El incuestionable derecho a la intimidad

Falta conciencia social de las graves consecuencias de difundir material íntimo y sobra espíritu inquisitorial

Itziar Ituño, en una imagen de la serie de Netflix 'Intimidad'

Itziar Ituño, en una imagen de la serie de Netflix 'Intimidad' / NETFLIX / DAVIZ HERRANZ

La intimidad es un derecho protegido por la ley. Las redes han incrementado las amenazas y el Código Penal trata de responder a ellas. La reciente viralización de un vídeo sexual del actor Santi Millán sin su consentimiento y la coincidencia con la exhibición de la serie 'Intimidad' han animado el debate sobre un delito del siglo XXI que ya se ha cobrado demasiadas víctimas. Más allá de la ley, flaquea la conciencia social de la naturaleza delictiva de la difusión del material íntimo.

En mayo de 2019, Verónica, una mujer de 32 años se suicidó al no poder soportar la presión sufrida tras difundirse un vídeo sexual íntimo. Fue visionado por más de 200 compañeros del trabajo, algunos la sometieron a burlas y humillaciones continuas. El vídeo fue compartido por un exnovio de la víctima.  

En verano de 2012, una concejala del municipio de Los Yébenes (Toledo) por el PSOE se hizo involuntariamente famosa al convertirse en viral un vídeo íntimo que ella misma había enviado en el pasado a su pareja de entonces. Olvido Hormigos se vio obligada a dimitir de su cargo por el escándalo y denunció su difusión. Tanto su caso como el de Verónica fueron sobreseídos. Hormigos había grabado y enviado voluntariamente el vídeo, la legislación de entonces solo contemplaba el delito si el material era robado o apropiado ilícitamente. Pero la repercusión de este caso fue determinante para que, en 2015, se reformara el Código Penal. El artículo 197.7 quedaba así: «Será castigado con una pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a doce meses el que, sin autorización de la persona afectada, difunda, revele o ceda a terceros imágenes o grabaciones audiovisuales (…), cuando la divulgación menoscabe gravemente la intimidad personal de esa persona».

Ambos casos han inspirado la serie española 'Intimidad' (Netflix) que ahonda en las repercusiones psicológicas de la difusión de material íntimo y el linchamiento social que ocasionan. Lamentablemente, el vídeo de Santi Millán ha permitido seguir en directo el proceso. En tan solo unas horas, el contenido se viralizó. Resultaba imposible pasearse por las redes sin encontrarse multitud de comentarios, más o menos burlones, más o menos moralizantes. Visionar y compartir ese vídeo era tan sencillo como dar a un retweet. La intimidad se diluye como un azucarillo en el océano digital. 

Pero la nueva Ley de garantía integral de la libertad sexual (ley de 'solo sí es sí') recoge un cambio del Código Penal y contempla castigar con multas económicas la redifusión. El RT ya no saldrá gratis. También está previsto el endurecimiento de la pena si quién lo comparte es la pareja y si la víctima es menor. Queda en el recuerdo el trágico caso de Jessica Logan, la adolescente que se suicidó en 2008 después de la difusión de imágenes suyas desnuda en su escuela de Cincinnati. Su muerte sirvió de grito de alarma sobre las terribles consecuencias del acoso cibernético, especialmente entre personas más jóvenes que carecen de recursos emocionales para afrontar la vergüenza pública. 

El 'sexting', la exhibición y envío voluntario de imágenes sexuales, es una práctica común tanto en hombres como en mujeres, pero las rémoras machistas castigan con mayor crueldad a ellas. Falta conciencia social de las graves consecuencias de difundir material íntimo y sobra espíritu inquisitorial. Que la mujer de Santi Millán haya tenido que salir en defensa de su concepción de pareja es una lección de respeto y defensa de la libertad individual que debería darse ya por aprendida.