Derogación del aborto: 59 años de retroceso para las mujeres en EEUU
Que el aborto aún se impida demuestra lo arraigado del pensamiento machista y del efecto de los lobbies que han llegado a las instituciones
Ana Bernal-Triviño
Profesora de la UOC y periodista.
Se advirtió y, aunque fuera previsible, no deja de ser escandalosa y grave la derogación del aborto en los Estados Unidos. Desde ahora será cada Estado el que deberá regularlo o prohibirlo. Una cuestión de suerte. Acaban de cargarse el paraguas jurídico que protegía a las mujeres del país.
Trump y los grupos ultras que lo arroparon estarán aplaudiendo porque consiguieron su plan. Hemos vuelto a 1973 de golpe. Casi 50 años de retroceso para las norteamericanas, que ya han visto cómo estos últimos meses eran perseguidas y atacadas en algunos estados por abortar o por defenderlo.
Esto abre, de inmediato, tres reflexiones. Una, el aumento de la desigualdad entre mujeres. Entre las que tengan dinero para viajar a otros estados y las que no podrán, sobre todo adolescentes. Las que no puedan optarán a la desesperada por abortos inseguros, con riesgo incluso de su muerte.
Dos, lo simbólico. Lo que representa esto en un país al que se tiene como referente de la democracia. Aborto no, pero sí que dejan el matrimonio forzoso incluso con menores en algunos estados. Los jueces liberales que han votado contra la derogación advierten del peligro que supone para la esencia del Estado de Derecho. Si las norteamericanas tienen que empezar desde cero a recuperar esta pérdida, ¿con qué respaldo cuentan las que tienen contextos políticos o sociales peores? Porque esto afecta, en consecuencia, a todas. Ahora mismo hay una mujer en Malta a punto de morir porque no le permiten abortar. Y casos como ella, cientos en todo el mundo.
Y tres. La reacción machista está en Estados Unidos, en España e infinidad de países. Nuestras libertades no están garantizadas. Que el aborto aún se impida demuestra lo arraigado del pensamiento machista y del efecto de los 'lobbies' que han llegado a las instituciones. Como sociedades democráticas tendremos que responder también a por qué les dejamos avanzar. No son ninguna broma. Limitan de forma real nuestra libertad. Quizás no es baladí que sea ahora EEUU, a la que se tiene por cúspide de democracia del mundo, con un potente altavoz. Y desde allí, nos lanzan un mensaje claro al resto del mundo: estamos aquí y vamos a por vosotras.
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