Artículo de Albert Soler

La epidemia de 'folres' y 'manilles'

La plaga de los 'castells' se extiende. A la que tienen noticia de una celebración literaria, deportiva, necrológica, gastronómica o sexual, ahí aparecen, con sus fajas y sus pantaloncitos blancos y venga a encaramarse

Diada castellera en Berga.

Diada castellera en Berga. / Òscar Bayona / Regió 7

Albert Soler

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Encaramarse sobre otros individuos de la misma especie sin que haya de por medio un interés reproductivo, o por lo menos sexual, es cosa solamente de la especie humana. Y dentro de la especie humana, lo lleva a cabo únicamente la subespecie de los 'castellers'. No seré yo quien critique a quienes se dedican a tan peculiar pasatiempo, que de todo ha de haber en esta vida, ni siquiera a quienes disfrutan mirándolo, que es todavía más raro, eso no lo hacen ni los animales, no he visto en ningún documental de La 2 a los demás leones mirando mientras uno de ellos trepa sobre la leona. Lo que no acabo de entender es por qué razón en cada celebración ciudadana han de venir los 'castellers' a subirse unos sobre otros.

Hace unos días se celebró en mi ciudad el ascenso de los equipos de fútbol y baloncesto a la vez, un hecho inaudito. Como siempre, hubo una rúa, como siempre, salieron los jugadores a saludar desde el balcón del ayuntamiento, como siempre, la afición berreaba desde la plaza. Y como últimamente siempre, aparecieron unos 'castellers' a montar el numerito, es decir, a montar un 'castell' o una torre o un pilar o un 'folre' o como se llamen sus tediosas estructuras. Ignoro qué pintan los 'castellers' en una celebración deportiva, de hecho, ignoro qué pintan, así, en general, pero mucho menos en una fiesta de fútbol y baloncesto. Hasta donde he podido averiguar, gozan de unas fiestas privadas llamadas 'jornades castelleres', donde pueden jugar a trepar y donde quien crea que tal cosa tiene algún interés, puede ir a verlo. Al parecer, cuentan incluso con un programa de TV, así que no sé qué necesidad tienen de ir a dar la tabarra a un acto que nada tiene que ver con ellos. ¿Acaso los aficionados al fútbol vamos a jugar partidos a sus 'jornades castelleres'? ¿Acaso exigimos que entre la actuación de la 'colla vella' y la 'colla nova' de donde sea se coloquen unas porterías para que los niños chuten?

Lo malo es que lo ocurrido el otro día no fue una excepción, la plaga de los 'castells' se extiende. A la que tienen noticia de una celebración literaria, deportiva, necrológica, gastronómica o sexual, ahí aparecen, con sus fajas y sus pantaloncitos blancos y venga a encaramarse. Dentro de unos días tengo una barbacoa de amigotes en casa de uno de ellos, y hay auténtico pavor a que aparezca a una 'colla' y aproveche un despiste para colarse en el jardín y demostrar lo que sabe hacer.

Si uno protesta humildemente, le echan en cara que es anticatalán, ya que al parecer los 'castells' son el emblema de la catalanidad, o algo así, como si eso les diera carta blanca para meterse donde quieran. No sé yo si en las celebraciones de fútbol en la India aparece un faquir tragando sables, ni si en Andalucía cuando reciben a un equipo aprovechan para torear un par de Garcigrandes.

De la misma forma que el franquismo exigía inquebrantable adhesión a los toros, a Urtain y a Lola Flores, el lacismo lo exige a los 'castellers'. No contento con eso, nos los hace tragar por la fuerza, que uno va a disfrutar de cualquier espectáculo y de sopetón le montan una torre de cinco con sillín y manillar, o como se llame. Por lo menos el franquismo era tan piadoso que encerraba sus Coros y Danzas en un estadio, y de ahí no salían a molestar a nadie, pero los 'castells' nos invaden. Déjennos en paz con sus aberraciones, hagan el favor.

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