El catalán Pau Gasol y el aragonés Lambán
Para no ser nacionalista y deplorar el nacionalismo (de los otros, se entiende), el presidente de Aragón ha cumplido el manual del perfecto nacionalista
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
Los adjetivos los carga el diablo. “El catalán @paugasol me ha responsabilizado del fracaso de los #juegos2030. Con el respeto que me merece este deportista, debería informarse mejor y no dar por supuesto que el @COE_es obedece a estrictos criterios deportivos. En este caso, ha sido un aliado del independentismo”, tuiteó el presidente de Aragón, Javier Lambán, en respuesta a un comentario de Gasol, miembro del COI después de haber sido elegido por los deportistas en los últimos JJOO, en el que señalaba al presidente aragonés como responsable del fracaso de la candidatura del Pirineo español a los JJOO de invierno. Gasol, deportista de renombre mundial, estandarte de la selección española de baloncesto durante años y conocido por no ser, precisamente, independentista, es sin embargo catalán, y por tanto, a ojos de Lambán, sospechoso.
Lambán ha dado un recital político en este largo culebrón de la candidatura conjunta entre Catalunya y Aragón para los JJOO de invierno. Para no ser nacionalista y deplorar el nacionalismo (de los otros, se entiende), Lambán ha cumplido el manual del perfecto nacionalista: ha defendido el honor de lo suyo ante las humillaciones que pretendía infligirle el enemigo exterior, Catalunya; ha desdeñado la racionalidad (los informes técnicos y de expertos, incluidos los aragoneses) para abrazarse a la bandera y la emotividad en defensa de la dignidad mancillada de Aragón; ha denunciado conspiraciones y traiciones contra su tierra (ese COE aliado, a su juicio, del independentismo catalán); no ha dejado pasar ni una ofensa de tanto pérfido a su tierra y, como el niño que veía muertos, ha visto por todas partes catalanes o amigos de catalanes o víctimas de chantajes de catalanes: el ministro Iceta, el presidente Sánchez que pacta en el Congreso con los independentistas y, al final, el mismo Gasol. El protocolo Lambán es un clásico.
Adjetivo más que descriptivo
El adjetivo, ay, lo marca todo. “El catalán Gasol”. No es cierto, como Lambán tuiteó después, que ese “catalán” sea simplemente descriptivo. "A mí no me molesta que me llamen el “aragonés Lambán”. Me enorgullece”, tuiteó el presidente de Aragón. Su intención no era enorgullecer a Gasol, sino señalarlo, poner en duda su prestigio y hasta su identidad. Una vez catalán, siempre catalán, en el fondo. Le ha sucedido a Gasol y les ha sucedido a muchos otros, como bien sabemos los hijos de la inmigración andaluza que en Barcelona éramos los charnegos y en el pueblo, los catalanes, y en ninguno de los dos casos el adjetivo era simplemente descriptivo. A ojos de muchos en el resto de España, un catalán tiene que demostrar con mucho ahínco que es español, es decir, que no actúa ni siente como catalán. Y aun así, la duda siempre persiste. "No pareces catalán", ese elogio que suele ir acompañado de risas cómplices.
Para no ser ‘el catalán’ hay que trabajárselo. Como Jorge Fernández Díaz, sin ir más lejos. El que en su momento fuera el rostro del ala moderada del PP ante el nacionalismo catalán (su adversario era Alejo Vidal-Quadras), ha sido noticia esta semana por la publicación en ‘El País’ de los audios de sus conversaciones con el comisario Villarejo para orquestar la guerra sucia contra el nacionalismo catalán en los años del ‘procés’. Son unos audios que avergüenzan. Pero no pasa nada. No hay proceso judicial en marcha ni oprobio público para un ministro que mintió sobre lo que se le oye admitir en esos audios. Y es difícil no pensar que si no pasa nada es porque lo que se oye decir a Fernández Díaz tenía como objetivo frenar al independentismo catalán. A por ellos, oé.
El análisis generalizado para explicar la política de Lambán respecto los JJOO es que está haciendo campaña electoral para las elecciones autonómicas del año que viene. Visto así, es mejor baza electoral el anticatalanismo que llevar los JJOO al Pirineo aragonés. Debe de ser cierto, a Mariano Rajoy no le pasó factura la recogida de firmas contra el Estatut. España tiene un grave problema con Catalunya, que no solo es territorial, de encaje constitucional o de conllevancia. Cuando “catalán” es un adjetivo peyorativo, cuando el anticatalanismo equivale a votos, cuando el “a por ellos” todo lo justifica, es la esencia misma de la democracia la que se tambalea. La de todos los españoles, catalanes o no.
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