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Al menos, que haya cosmética ante la inflación

Empieza una espiral de decisiones constantes para intentar paliar las consecuencias de la subida de precios antes de que sea demasiado tarde

Pedro Sánchez y Teresa Ribera

Pedro Sánchez y Teresa Ribera / David Castro

Martí Saballs

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Medida «cosmética» e «insuficiente en el medio y largo plazo». Así definió Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno de España, el pasado 7 de junio la propuesta del PP para reducir el IVA que se carga al consumo de gas y luz del 10% al 5%. Quince días después de esas declaraciones, Pedro Sánchez anunciaba en el Congreso que el Gobierno bajaría el IVA al 5%. A pesar de Ribera, la cosmética se ha acabado imponiendo. Una manera útil de buscar soluciones cortoplacistas para problemas inmediatos que sangran el bolsillo de las familias. Algo es algo. 

Bienvenidos a esta nueva etapa. Empieza una espiral de decisiones constantes para intentar paliar las consecuencias de la subida de precios antes de que sea demasiado tarde. La inflación apunta a situarse en el 10% en los próximos meses y las medidas de los bancos centrales se intuyen insuficientes. Los tipos de interés no pueden incrementarse en exceso, salvo que queramos entrar en una profunda recesión. ¿Qué queda por hacer? A corto plazo, generar medidas fiscales determinantes, léase bajar impuestos, que den respiro a ciudadanos y empresas, y medir al milímetro el control de los recursos y de los gastos. Con una deuda de las administraciones públicas de 1,4 billones de euros, tampoco vale cualquier ocurrencia. Desde repartir cheques –¿dónde se pone el límite?–, como si el dinero cayera de los árboles, a aumentar las subvenciones. Este sábado, el Gobierno desentrañará algunas de las medidas que empiezan a filtrarse. Algunas serán retales populistas que servirán para apagar el fracaso de las elecciones andaluzas. 

La vicepresidenta Ribera menciona siempre la relevancia del medio y largo plazo para llevar a cabo la transformación energética. Esto ocurre mientras la política energética del Gobierno sigue siendo un galimatías cada vez más difícil de entender, que genera una sensación de inseguridad jurídica e incapacita a las empresas de poder prever ya no solo sus cuentas a corto plazo, sino también a medio plazo. Sus valores en Bolsa han sido los más castigados estas semanas, a cuenta del anuncio de que se estudia aumentar los impuestos. No se puede estar constantemente mareando la perdiz y creando incertidumbre.

Los efectos de guerra de Putin sobre el sector energético son aún impredecibles. A medida que se alargue o se complique –atentos a la situación en el enclave ruso de Kaliningrado, encerrado entre Polonia y Lituania– y vuelva el frío, la presión aumentará. El grifo del gas lo sigue teniendo el sátrapa ruso. Las sanciones tienen un límite. El Gobierno austriaco acaba de anunciar, dos años después de haber eliminado la generación de carbón de su sistema, que volverá a invertir en él. No será el único. El carbón está volviendo... por si acaso. En España, mientras Francia revitaliza su programa nuclear, seguimos debatiendo cómo aplicar los costes que supondrá el cierre paulatino de las centrales. La crisis con Argelia y cómo afectará al suministro del gas no es más que una pieza del puzzle geopolitico. En la Unión Europea, cada país está intentando salvar sus problemas por su cuenta y riesgo.

Sería una buena noticia que PSOE y PP lograran acuerdos de mínimos, incluso cosméticos, para enfrentarnos al escenario que se avecina. La Comisión Europea observa y no dejará traspasar más líneas rojas ahora que la prima de riesgo empieza a colorear los estados financieros de España S.L. Los Presupuestos Generales del Estado de 2022 ya son historia. Y , tras las vacaciones, empezarán a trabajarse los de 2023, año electoral.

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