APUNTE

No digan Barça, digan Girona

El entrenador del Girona FC, Michel Sánchez, celebra con la afición el ascenso a la Primera División del fútbol español, hoy lunes en Girona.

El entrenador del Girona FC, Michel Sánchez, celebra con la afición el ascenso a la Primera División del fútbol español, hoy lunes en Girona. / EFE/David Borrat

Emilio Pérez de Rozas

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Yo lo entiendo, es una maldad que solo puede pensar un hereje, pero, lo siento, viendo la trayectoria del Girona Club de Fútbol, la manera de trabajar, la forma de consolidar un proyecto, el estilo utilizado y exhibido para creer en una idea, apostar por un tipo de cultura y forma de practicarla, la intención de no desviarse de la idea ni siquiera en los momentos críticos, es decir, en las derrotas.

Y, no solo eso, construir una determinada, fructífera y sabia plantilla con mezcla de jugadores veteranos (algunos) y un montón de chavales de la cantera, jóvenes, muy jóvenes, pensar que lo que se trabaja con intención y perseverancia siempre tiene premio y, sobre todo, por qué no decirlo y reconocerlo, la fe (ciega, o casi) depositada en un entrenador serio, profesional, cómplice, amigo, sabio, inteligente y estricto, uno piensa por qué todo eso no ocurre en otros clubs, más poderosos, más históricos, más ricos, más laureados, más, más, donde no cesan los líos y los desastres (y vergüenzas) de gestión.

Gloria al 'mister'

Pero, repito, es cuestión de un hereje mal pensado, pero si el Girona ha sido capaz de lucir palmito como lo ha lucido, con la lucidez, categoría, estilo, señorío y, perdón, gran fútbol (no olvidemos que ha ganado las dos eliminatorias de ascenso en campo contrario, dominando siempre), es que, también en el mundo del fútbol (modesto) hay profesionales capacitados para conseguir grandes logros, que conviertan a una ciudad en uno de los principales centros deportivos de España y Europa, pues Girona se ha unido ya a Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia y Bilbao con equipos en Primera de fútbol y baloncesto.

Dicen los que saben que este ascenso, esta gestión, este milagro (menos, menos, pues llevan años persiguiéndolo), tiene un montón de padres, madres y hasta hijos y nietos. Pero si preguntas, todos te señalan a un señor llamado Miguel Ángel Sánchez Muñoz, para todo el mundo Michel, que hace ya tiempo que ha dejado de hablar catalán en la intimidad y que ha sido, digámoslo ya, el auténtico artífice del sueño. No solo cuentan que fue el primero que creyó en ello, sino el primero que lo anunció.

Estaba el Girona, juraría que después de empatar en casa con el Zaragoza (1-1), en el puesto 19º, es decir, en descenso y, en el entrenamiento matinal de aquel lunes, Michel reunió a sus chicos en un inmenso círculo en el campo de prácticas y les dijo, mirándoles a los ojos, “¡señores, que lo sepan, este año ascendemos!” Así fue, pueden preguntarlo donde quieran.

Girona sonrie

Es posible, no digo que no, que esa fe la viviesen como propia desde Pere Guardiola hasta Quique Cárcel, que no solo renovó al ‘mister’ antes del ‘play off’ final sino que, mucho antes, había anunciado (hecho inédito) que él solo seguiría si seguía Michel. Es decir, las perdices disparando a las escopetas. Cuentan que cuando alguien, puede ser que de muy arriba, puede ser que de muy cerquita, le insinuó "'míster' porque no abandonamos el 4-4-2 y apostamos por el 5-3-2, con tres centrales (Juanmi, Bernardo y Santi Bueno) y dos carrileros, Michel le dio dos vueltas en la almohada y ¡zas! aceptó la variante. También eso es sabiduria y ser grande.

Pero, amigos, el fútbol es tan desgraciado, tan desagradecido, tan absurdo, que llegará el día que despidan a Michel, pero hoy, 21 de junio del 2022, es el señor que hizo feliz a todo Girona. Y, tratándose de Girona, ¡ojito! que eso no es poca cosa.

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