Elecciones en Francia

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La amarga victoria de Macron

La mayoría insuficiente del presidente francés en la Asamblea Nacional le atará a complejas negociaciones en el peor momento para tal inestabilidad

Macron

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La pérdida de un centenar de escaños de la personalista coalición presidencial agrupada en torno a Emmanuel Macron ha evaporado la mayoría absoluta de la que disfrutó durante su primer mandato. Sin una formación implantada en el territorio y zarandeada la figura presidencial por su incapacidad manifiesta para ir más allá del voto centrista y para seguir apareciendo ante los votantes que le llevaron al cargo por primera vez como un reformista fiable, el presidente francés ha visto cómo a su izquierda y derecha avanzaban espectacularmente la Nupes, el conglomerado articulado por Jean-Luc Mélenchon, y la extrema derecha de Marine Le Pen, que por primera vez dispondrá de grupo propio en la Asamblea Nacional. A diferencia de la anterior legislatura, Macron tendrá enfrente una oposición de izquierdas crecida y una oposición ultra con voz propia, sin capacidad para condicionar las tareas legislativas pero sí para utilizar la Cámara como altavoz poderoso de sus proclamas populistas, antieuropeas y xenófobas. La reticencia táctica de Macron a reclamar sin excepciones el voto contra los candidatos lepenistas ha contribuido en parte a este resultado. 

La formación de una mayoría presidencial estable mediante el recurso a una alianza con la Unión de la Derecha y el Centro es de momento una posibilidad cancelada por la negativa a tal operación de los últimos herederos del gaullismo y adláteres. De forma que el futuro a corto plazo parece que estará dominado por la inestabilidad y una gobernanza difícil. En un sistema electoral diseñado para entregar al jefe del Estado una mayoría parlamentaria estable, que Macron haya sido el primer presidente posterior a la reforma electoral de 2002 que no ha logrado la mayoría absoluta no puede ser considerado más que un fracaso.

No solo una abstención por encima del 50% explica el mal resultado del presidente y el renacimiento de la izquierda de la mano de Mélenchon. También cuentan el desapego manifiesto de una parte cada vez mayor de las clases populares que, cuando acude a las urnas, emite un voto de castigo o simplemente opta por dar crédito a las seguridades prometidas por la extrema derecha y, asimismo, la capacidad de movilizar el voto joven demostrada por la Nupes. Aunque sea una incógnita la durabilidad de la alianza, armada a toda prisa después de la elección presidencial de abril, y cómo enfocará su oposición al Gobierno. 

A decir verdad, solo Marine Le Pen ha logrado un resultado muy por encima de lo esperado. Mélenchon ha quedado lejos de las cifras que le pudieran permitir ocupar el puesto de primer ministro. Los restos del gaullismo apenas han salvado los muebles y se han visto superados por el resultado del Reagrupamiento Nacional (RN). Se mantiene así inmutable la progresión de la extrema derecha en cada modalidad electoral, y crece el riesgo de que los próximos cinco años sean el tiempo necesario para que un candidato suyo llegue al Elíseo. 

La amarga victoria de Emsemble! obligará a Emmanuel Macron a someter a complejas negociaciones cualquier iniciativa parlamentaria, con el agravante de que el momento político, a causa de la guerra de Ucrania, reclama estabilidad y diligencia. Dos herramientas de las que solo dispondrá si descubre una capacidad para el acuerdo y los ejercicios de flexibilidad y empatía que hasta ahora no le ha caracterizado.