Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

La celebratoria lectura del 'Ulises' y otros detalles del 'Bloomsday'

Todo sea por conmemorar y celebrar la existencia de un libro inconmensurable, proteico

James Joyce con Silvia Beach, la primera editora de 'Ulises'.

James Joyce con Silvia Beach, la primera editora de 'Ulises'. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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A lo largo de más de 30 horas, a caballo del 16 y el 17 de junio, en la Llibreria Calders se leyó, entero, el ‘Ulises’ de Joyce. Pasaron amigos y conocidos para comulgar (y disfrutar y festejar) con la propuesta alocada de Míriam Cano y Borja Bagunyà, que ejercieron de fieles albaceas de la herencia literaria del irlandés, la aventura también alocada de meter el mundo entero en un día, justamente el 16 de junio, de 1904, en Dublín. Hubo otras iniciativas, que yo sepa, como la de un grupo de comensales que concentraron en una comida unos cuantos manjares que se traga alegremente el señor Leopold Bloom: unos riñones “con una ligera fragancia de orines”, un sándwich de gorgonzola con vino de Burdeos y un traguito (o dos) de Bushmills. Todo sea por conmemorar y celebrar la existencia de un libro inconmensurable, proteico. Como escribía hace poco el propio Bagunyà, "la pluralidad barroca del ‘Ulises’ me parece, sobre todo, celebratoria". Por eso, cuando terminó el maratón lector, con las últimas palabras dichas por el mítico traductor Joaquim Mallafré (“...i sí vaig dir sí que vull Sí”), Bagunyà y Cano se emocionaron, conscientes del esfuerzo, satisfechos de la fiesta eucarística que acababan de montar.

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