Apunte
Inflación o recesión
Los bancos centrales temen por la subida de los precios. Los inversores, por la pérdida del crecimiento
Rosa María Sánchez
Redactora jefe
Premio Carlos Humanes de Periodismo Económico 2020. Máster Universitario en Investigación en Periodismo por la Universidad Complutense, en 2023. Profesora en el Título de Postgrado Especialista en Información Económica de la Universidad Nebrija. Colaboradora en RNE.
Los inversores temen por la recesión. Los bancos centrales, por la inflación. La última semana ha sido testigo de un choque de trenes entre ambos temores.
Cuando el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, anunció ese miércoles una fuerte subida, de 0,75 puntos, en los tipos de interés dejó claro que su prioridad era frenar la inflación. «No pretendemos provocar una recesión», dijo, pero admitió que esta podría acabar llegando por otros factores. Resultado: nervios, turbulencias y caída de los índices bursátiles.
En el primer trimestre del año, el PIB estadounidense retrocedió el 0,4% y la Reserva Federal de Atlanta estima otra tasa negativa en el segundo trimestre. Con dos trimestres en negativo, la recesión técnica estaría servida. Más allá de esto, lo que temen los inversores es una recesión en forma de caída sostenida de la actividad y del empleo por un periodo mayor. Según encuestas del 'Financial Times' y del 'Wall Street Journal', entre el 70% y el 80% de los economistas anticipan que la economía estadounidense entrará en recesión.
En el Reino Unido, sin embargo, la subida de tipos de esta semana apenas ha sido del 0,25%. En este movimiento menor los analistas adivinan una mayor preocupación en el Banco Central de Inglaterra en este momento por la recesión que por la inflación, a pesar de que los pronósticos apuntan tasas de precios en torno al 11% en octubre.
En Europa, el objetivo de frenar la inflación llevó al BCE a anunciar el 9 de junio inminentes subidas de tipos de interés y de retirada de la compra de deuda pública. Las turbulencias en las primas de riesgo de los países del sur, sobre todo en Italia, fueron tales que el BCE tuvo que improvisar una reunión de urgencia el miércoles para conjurar el temor a una crisis de deuda en una Europa sobre la que pende el riesgo de una peligrosa espiral de crisis energética (por Rusia) y posible recesión.
Subir los tipos de interés para frenar la inflación conlleva créditos más caros y menor inversión; más incertidumbre y menor consumo y, en definitiva, menor crecimiento de la economía y del empleo. Este es el dilema en el que están enredados los bancos centrales.
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