Artículo de Javier Aroca

La campaña de los otros

La reproducción en Andalucía del Trío de Colón se comporta como si no hubieran gobernado, como si no fueran algo más que primos hermanos ideológicos. Ahora PP, Cs y Vox se tiran los trastos.

Moreno ve cerca el gobierno en solitario y busca el voto que queda "volando"

Moreno ve cerca el gobierno en solitario y busca el voto que queda "volando" / Román Ríos

Javier Aroca

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Y por qué será que uno tiene la sensación de que no ha habido campaña en Andalucía. Han pasado las semanas y el Gobierno del PP, su candidato, presidente, ahora conocido como Juanma, no ha rendido la más mínima cuenta de sus casi cuatro años de gobierno. Juan Marín, su vicepresidente, aparece como si no fuera ese que garantizó junto con la extrema derecha que gobernara el PP, después de sus peores resultados electorales y la victoria del PSOE.

La extrema derecha, Vox, cuya candidata cunera o patera, si quieren, ha volado a Andalucía, sin perder su asiento de Madrid, porque su líder andaluz, el presunto Serrano, no ha podido comparecer acosado por las exigencias judiciales por corrupción, tampoco reconoce que son ellos los que han hecho posible el gobierno del PP, aunque ahora pretendan aparecer como de mejor familia.

Ellos tres, los del Trío de Colón, se comportan como si no hubieran gobernado, como si no fueran algo más que primos hermanos ideológicos. Ahora se tiran los trastos. 

Siempre hay un margen para la sorpresa, pero desde fuera, preocupan dos cosas: una, si el PP reconocerá, como ya ha pasado en Castilla y León, que no pueden gobernar sin la extrema derecha ; otra, si pase lo que pase, supondrá un cambio de ciclo. Los problemas de Andalucía, muchos, pasan a segundo plano en beneficio de lo que desde España se espera de Andalucía.

La campaña no ha sido sino el marco de lo dicho. Una ceremonia de ocultación de las intenciones del PP, de Moreno Bonilla. Un intento continuo de esconder que si se dan las circunstancias, el PP tendrá que gobernar con la extrema derecha. No hay otra alternativa, o el PP gobierna con Vox o habrá una alternativa de las izquierdas. 

La campaña ha sido solo la prolongación de casi cuatro años de gobierno del PP con el apoyo de Vox, una oposición anodina si no inexistente del PSOE, y un intento a manera de experimento de las izquierdas del PSOE de ensayar un primer asalto para su ulterior proyecto político para España.

A pesar de las encuestas, el paseo del PP no ha sido de rosas. En los últimos días piden la hora al árbitro, entre las dudas, las exigencias de responsabilidades o las obvias metedoras de pata de Alberto Núñez Feijóo con su mirada mesetaria sobre Andalucía.

La extrema derecha no le ha ido a la zaga. Incluso han decidido que con la cobertura desmesurada de los medios tendrían bastante y no necesitaban seguir exponiendo a una candidata, Macarena Olona, que pretenden mejor tenerla callada y hasta escondida. Sus apariciones en debates o entrevistas, según sus propios partidarios, son una máquina de perder votos.

El escapismo de Moreno Bonilla; el tono folclórico y chistoso del todavía vicepresidente, Juan Marín, líder de un Ciudadanos moribundo; los errores de Vox, han despertado a última hora la ilusión de la izquierda de que algo puede cambiar. 

Yolanda Díaz, en un principio esquiva, al final, se ha vinculado al resultado de su primera experiencia electoral. El resultado, sea el sea, se le imputará a ella y su proyecto. Tanto como que Podemos que, por una torpeza o estrategia, se quedó fuera de la coalición Por Andalucía, aunque no de las listas, se esfuerza en estos últimos días en vincular a sus votantes y sus siglas con el proyecto.

La artillería federal, encabezada por el propio presidente Pedro Sánchez, se ha desplegado en Andalucía, con sus ministras, generales y oficialidad de todos los territorios del Estado. Han caído en que Andalucía es importante.

Pero ¿qué pasa con la abstención o los indecisos? Los números son importantes y pueden cambiar el pronóstico de las encuestas. Hasta ahora nadie se ha querido hacer responsable de esta patología democrática. ¿Irán a votar o no?

Moreno Bonilla se preocupa porque él decidió la fecha y nadie la fija sin calcular sus ventajas. No sea que la abstención sea de los suyos. ¿Se habrá equivocado? La izquierda se preocupa por si la abstención, ahora, es fruto de su propio alejamiento de sus votantes. La izquierda está más preocupada. Van más allá, puede haber un cambio de ciclo, un proyecto agotado en el caso del PSOE. Los aires de fuera no son buenos y queda por delante todo un río desbordado de nuevos concursos electorales. 

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