La campaña militar (44) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

Macron-Scholz-Draghi, una visita con segundas intenciones

Los tres gobernantes podrían intentar convencer a Zelenski de que le conviene aceptar una pérdida parcial de su territorio para alcanzar la paz

Macron estrecha la mano a Zelenski en presencia de Draghi y Scholz, este jueves en Kiev.

Macron estrecha la mano a Zelenski en presencia de Draghi y Scholz, este jueves en Kiev. / SERGEI SUPINSKY

Jesús A. Núñez Villaverde

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Ninguno de los miembros del trío que acaba de recibir Volodímir Zelenski había visitado Kiev hasta ahora. Por diferentes razones ni Emmanuel Macron, ni Olaf Scholz, ni Mario Draghi habían cumplido con un ritual que ya se ha hecho habitual desde el arranque de la invasión rusa de Ucrania, en un ejercicio que combina la autopromoción internacional de cada gobernante con la solidaridad con la causa ucraniana y, en algunos casos, con un apoyo real (traducido en armas) para resistir el empuje ruso.

En este caso, el contexto en el que cabe enmarcar la visita es el de la reunión prevista para el próximo día 26 del G-7, en la que también participarán esos tres gobernantes. Todo ello en un momento en el que la situación sobre el terreno apunta a una prolongación del conflicto que va a poner a prueba tanto la voluntad de Vladímir Putin por insistir en su empeño de eliminar toda identidad ucraniana, como la de Zelenski por resistir y la de los países que apoyan a Kiev por mantener y hasta endurecer las sanciones a Rusia y seguir suministrando armas a Ucrania.

Pocas dudas pueden caber de que Putin hará todo lo posible para no salir de Ucrania con las manos vacías. A pesar de que la ofensiva no avanza como Moscú podía suponer inicialmente, es un hecho que va ganando terreno; lo que hace pensar en que Rusia, aprovechando su mayor potencial demográfico y militar, continuará insistiendo por la vía militar en una guerra que busca imponerse a sus enemigos por extenuación. Con Crimea en sus manos y el dominio de las aguas del mar de Azov y del mar Negro, lo que le permite bloquear la salida al mar de sus oponentes, el control de todo el Donbás parece el principal objetivo a lograr en esta fase del conflicto, sin descartar, como acaba de confirmar nuevamente Dmitri Medvédev, que busque hacerse con toda Ucrania.

Por su parte, tampoco Zelenski se muestra menos convencido de que no solo logrará resistir la embestida, sino de que la victoria es posible. La moral de combate está sobradamente demostrada desde el primer día de la invasión; pero es bien sabido que con sus propias fuerzas -tanto medidas en efectivos humanos como en material de defensa y en capacidad industrial para sostener la apuesta- resulta imposible imaginar que las tropas rusas vayan a ser expulsadas de todo el territorio ucraniano. Por tanto, a diferencia de lo que puede planear Moscú, Kiev necesita resultados concluyentes a más corto plazo y solo con apoyo occidental puede aspirar a evitar la derrota.

Donde cabe albergar más dudas es en el grado de implicación occidental en apoyo a Ucrania. De ahí que la mencionada visita venga rodeada de incógnitas, a la espera de saber si hay que anotarla en el listado de las muestras de apoyo, garantizando que sigue habiendo voluntad para mantener e incrementar las sanciones contra Rusia y para entregar las armas que Kiev demanda desesperadamente desde hace tiempo, o si, por el contrario, a lo que han venido esos ilustres visitantes es a presionar a Zelenski para que ceda ante Putin. Si se atiende a los mensajes que han llegado de París resumidos en que “hay que entenderse con Putin”- y a las ambigüedades de Berlín -con promesas de entrega de armas que nunca terminan de llegar- resulta inmediato suponer que la visita busca realmente convencer a Zelenski de que no va a recibir todo lo que demanda -Kiev sostiene que solo ha recibido un 10% de todo lo que ha pedido- y de que le conviene aceptar una pérdida parcial de su territorio para alcanzar la paz. Veremos.

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