Artículo de Georgina Higueras

La alianza atlántica, dividida por el Pacífico

Washington, al igual que el fiel Stoltenberg, quiere colocar a Moscú y Pekín en el mismo saco de 'amenazas', pero Francia y Alemania se oponen rotundamente

Una bandera de la OTAN, en una imagen de archivo.

Una bandera de la OTAN, en una imagen de archivo.

Georgina Higueras

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Lo que Rusia ha unido, China lo separa. El empeño de Estados Unidos y del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, por colocar el Pacífico en el punto de mira de la Alianza Atlántica distorsiona la unidad y la revitalización que ha experimentado la organización militar con la ilegal agresión rusa a Ucrania. Washington, al igual que el fiel Stoltenberg, quiere colocar a Moscú y Pekín en el mismo saco de 'amenazas', pero Francia y Alemania se oponen rotundamente.

El 29 y 30 de junio la OTAN tiene previsto, en su cumbre de Madrid, alumbrar un nuevo Concepto Estratégico, con el que adaptarse a los retos y desafíos que presenta un mundo impredecible. El documento marcará la estrategia militar y política de la Alianza para los próximos años. El impacto de la guerra de Ucrania y la creciente hostilidad de EEUU hacia China dificultan la elaboración del texto, que se cocina en Bruselas con riguroso secretismo. No hay duda de que China y su entorno en el Pacífico están incluidos en el borrador, el problema es que Europa no ve a China como una amenaza y quiere moldear el lenguaje diplomático de lo que será la hoja de ruta de la seguridad colectiva euroatlántica. 

“Rusia y China nos retan a todos los niveles y alteran nuestros modos de vida”, declaró días atrás Carmen Romero, vicesecretaria general de diplomacia de la OTAN. Durante una de sus muchas actividades de promoción de la Alianza, destacó que Pekín se está haciendo con infraestructuras críticas de seguridad y con tecnología militar punta no ajustada a los acuerdos de desarme.

Las dudas sobre la cohesión transatlántica y la creciente priorización del Pacífico por EEUU llevaron a Stoltenberg a encargar a un grupo de expertos independientes el informe OTAN 2030, aparecido a finales de 2020. El documento identifica a Rusia y China como los principales “competidores estratégicos” de la OTAN y los principales desafíos. Antes de la agresión rusa, que ha supuesto el refuerzo con 40.000 efectivos del flanco este de la OTAN, el texto destacaba que el objetivo de Moscú y Pekín es debilitar las instituciones transatlánticas.

Después de la bochornosa salida de Afganistán, que dejó la OTAN en “muerte cerebral”, según Macron, se hizo más patente la necesidad de adaptación a un nuevo entorno estratégico marcado por la potenciación de la geopolítica, la rivalidad entre las grandes potencias y los nuevos desafíos provenientes de las amenazas híbridas y cibernéticas y el cambio climático. Los 30 socios están de acuerdo en que el actual Concepto Estratégico se ha quedado obsoleto --fue aprobado en 2010 por los 28 socios de entonces--, pero muchos temen ser arrastrados a un conflicto en el Pacífico.

Numerosos analistas ven la guerra de Ucrania como la antesala de la de Taiwán, en la que la ruptura del actual 'statu quo' desataría la intervención militar china en la isla, considerada por Pekín una “provincia rebelde”, cuya anexión a la patria es vista como obligatoria por la mayoría de los chinos. Biden ya ha dicho en tres ocasiones que, en caso de una invasión de Taiwán por China, EEUU acudiría en apoyo del Gobierno democrático de Taipei. Aunque el Departamento de Estado le ha desmentido las tres veces y ha asegurado que no hay cambios en la política de “ambigüedad estratégica” de Washington, muchos interpretan que los errores de Biden están perfectamente orquestados para “atizar el compromiso de las democracias contra las autarquías”.

Frente a la falta de entusiasmo de algunos socios atlantistas de sumarse a la campaña de EEUU para reforzar militarmente el cerco a China, Biden optó por pergeñar una suerte de OTAN del Pacífico, junto con Australia y Reino Unido, AUKUS, sin dejar de alentar una asociación más estrecha de Japón y Corea del Sur con la Alianza Atlántica. Los líderes de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda han sido invitados a la cumbre de Madrid. La Casa Blanca persiste en su empeño de instituir una visión compartida sobre la amenaza china.

La brutalidad de Rusia, la demanda de Ucrania de armas no solo defensivas sino también ofensivas y el alargamiento de la guerra, de la que ya nadie se atreve a vislumbrar una fecha para un armisticio, junto con las trabas que está poniendo Turquía a los ingresos de Suecia y Finlandia en la OTAN y el belicismo del lenguaje estadounidense contra China amenazan con convertir en un espejismo la cacareada unidad de la Alianza y su deseo de asomarse al Pacífico. 

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