Décima avenida

Dale alegría a Macarena (Olona)

En lugar de indignarse con Vox, igual sería más útil recurrir al humor para rebatir unos planteamientos que, diccionario en mano, son ridículos

Macarena Olona con el cuadernillo.

Macarena Olona con el cuadernillo.

Joan Cañete Bayle

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En contra de la palabra revelada (la canción de los Del Río), parece que a Macarena Olona no le va lo de darle alegría al cuerpo. El último disparate en la campaña electoral de esta andaluza vocacional (lo es porque quiere, porque ni siquiera vive en Andalucía) fue esgrimir ante Juanma Moreno Bonilla en el último debate electoral un supuesto libro de texto en el que, aseguraba, se enseña a escolares de diez años qué es la masturbación. No era ni un libro de texto de la Junta de Andalucía (era un cuadernillo de educación afectivo-sexual que edita el Ayuntamiento de Sevilla) ni se enseñaba la masturbación a niños diez años pero aun así a Macarena le daba “pudor” leer frases como que “la autoestimulación de los genitales es una conducta placentera y frecuente en la adolescencia, y que ayuda a conocer el propio cuerpo”. Ni alegría ni cosa buena. 

En cambio, a Olona no le da pudor invitar a sus mítines a Giorgia Meloni, líder de Fratelli d'Italia. En unos tiempos en que el calificativo fascista se usa con tanta alegría, Meloni es una neofascista de una pieza. En su discurso para pedir el voto para Olona defendió “la familia natural”, “la universalidad de la cruz” y cargó contra el “lobi LGTBI” y la “inmigración masiva”. Tengo para mí que, en el fondo, Meloni considera a Olona y sus colegas de Vox unos mariacomplejados: la italiana no tiene tapujos en justificar y reivindicar en público a Mussolini, y Vox no abraza ni los aguiluchos ni las loas a Franco con tanta alegría. Aún. 

Guerra cultural

Vox ya lleva suficiente tiempo entre nosotros (hay quien diría que siempre estuvo, y no se equivocaría) como para saber que indignar, provocar y azuzar la guerra cultural es el ABC de su manual. Son unos copiones, claro, todos (Olona, Meloni, y tantos otros) beben de la derecha y la extrema derecha estadounidense, de quien roban estrategia, tácticas, métodos y hasta léxico (esos burócratas de Bruselas, tan culpables de la decadencia de nuestra sociedad como los de Washington). Buscan la indignación, ponen el dedo en la llaga donde más duele a la izquierda, aunque no todos pueden tener la gracia natural –lo siento, Macarena-- de Isabel Díaz Ayuso en su papel de martillo de progres.

Quizá habría que cambiar de táctica con Vox. No se trata de no hacerles caso, porque Vox no es ninguna broma. Pero tal vez resultara más útil recurrir al humor y a la ridiculización de unas ideas que, por rancias, casposas, retrógradas y antiguas, son, diccionario en mano, ridículas. "La educación sexual es educación. Tanto como las matemáticas. De hecho, es incluso más útil, porque yo no recuerdo el último sábado que me dieron ganas de hacer raíces cuadradas", respondió el humorista Dani Mateo a Olona. ¿Sabrá Macarena Olona hacer raíces cuadradas sin calculadora?

Igual Dani Mateo marca el camino. Según las encuestas, azuzar el miedo a la ultraderecha parece que no va a dar rédito electoral a las izquierdas en Andalucía, como antes no lo dio en Castilla y León o la Comunidad de Madrid. A lo mejor en lugar de atemorizar al electorado diciendo que viene el lobo, sería más efectivo hacerle reír avisando de que viene Macarena Olona, con su camisa y su canesú, y Santiago Abascal, con su barba y su caballo, con su ideología ridícula, su posturismo de cartón piedra, su ignorancia y sus amigas italianas estrambóticas. Tal vez ridiculizar sus planteamientos sea lo más serio que se puede hacer con ellos.

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