Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

Selectividad: días bochornosos de exámenes e inquietudes

Vuelven los alumnos para repetir, un año más, la prueba que les permitirá no acceder a la Universidad, sino hacerlo en las condiciones deseadas

Josep Maria Fonalleras

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Vuelven los alumnos a las aulas, en unos días demenciales, injertados del fuego del infierno. Vuelven para repetir un año más la prueba que les permitirá no acceder a la Universidad, sino hacerlo en las condiciones deseadas. Es decir, en el centro que han elegido y en la carrera que han escogido. La prueba de acceso debería llamarse “examen para tratar de colocar a cada uno en su sitio”, porque lo cierto es que el porcentaje de aprobados es enorme, de manera que todo se acaba convirtiendo en un trámite de ubicación, un sistema de ordenación. Un trámite, claro, que los alumnos que desean cursar un grado con mucha demanda y poca oferta sufren como un castigo divino, porque es en estos casos cuando la Selectividad recupera de veras su antiguo nombre: selecciona.

Asistimos, pues, a la ceremonia anual de las inquietudes, esperanzas y nervios, “las lágrimas y las oraciones” que cantaba Antonello Venditti en 'Notte prima degli esami'. La noche antes de demostrar lo que los italianos llaman 'maturità' y que aquí, en cierto modo, a pesar de los continuos intentos de modificar las PAU, no deja de ser también un rito de paso. Quizás inútil, quizás desfasado, simbólico, en todo caso, de una época que acaba.

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