Cita con las urnas

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Elecciones en Francia: Macron va a la reválida

Una victoria de la izquierda euroescéptica de Mélenchon tendría unas consecuencias que irían mucho más allá de la política interna francesa

French President Macron meets French esport video game players

French President Macron meets French esport video game players / JULIEN DE ROSA / POOL

Francia vuelve a las urnas este domingo 12 de junio y el próximo, 19 de junio, en las elecciones legislativas de las que debe salir la composición de la nueva Asamblea Nacional. Desde que las legislativas suceden a las presidenciales, con un mes o dos de distancia, los franceses suelen dar al presidente recién elegido o reelegido la mayoría en el Parlamento para que aplique su programa. Esta vez, sin embargo, Emmanuel Macron no tiene asegurada la mayoría, y menos la absoluta, debido a que, pese a su reelección con el 58% de los votos, los últimos meses los franceses han mostrado un fuerte descontento con la actuación presidencial y una decepción creciente ante el desgaste del poder y las promesas incumplidas del primer mandato. Otros factores que cuestionan la mayoría del partido de Macron, ahora llamado Ensemble (Juntos), son su escasa implantación territorial y la aparición, como primera fuerza de la oposición, de la alianza de la izquierda Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes), encabezada por Jean-Luc Mélenchon, que quedó tercero en las presidenciales, con el 22% de los votos.

La Nupes ha desplazado en esta campaña de las legislativas a Marine Le Pen al tercer lugar, pese a que la líder del Reagrupamiento Nacional (RN) logró 13 millones de votos en las presidenciales. Pero ella misma ha lanzado ya la toalla porque es casi imposible que la extrema derecha obtenga un gran número de escaños por el sistema mayoritario a dos vueltas, en el que se elige un solo diputado por cada una de las 577 circunscripciones y en el que las alianzas entre los demás partidos cierran el paso a los lepenistas. Le Pen puede ahora aspirar a formar un grupo parlamentario (15 diputados), cosa que no logró hace cinco años, con 10 millones de votos en las presidenciales, pero no a mucho más.

Por eso Macron se ha centrado en las críticas a Mélenchon y ha lanzado bastantes promesas -algunas ya anunciadas antes- para mejorar el poder adquisitivo de los franceses, como la prolongación de las ayudas al combustible, la revalorización de las pensiones y medidas para luchar contra la inflación, que castiga a los más desfavorecidos. Sin embargo, ningún partido ha cambiado su discurso económico expansivo, pese a la inflación desbocada, la anunciada subida de tipos de interés y el aumento incesante de la deuda pública. Y aún menos lo ha hecho el programa de Mélenchon, basado en la reactivación del consumo, los impuestos a los más ricos y la reducción de las jornadas de trabajo.

Es difícil que Mélenchon obtenga la mayoría y fuerce a Macron a nombrarle primer ministro en un Gobierno de cohabitación. Esa solución sería un contratiempo para Francia y para la Unión Europea porque en el programa de Mélenchon, populista, euroescéptico y hasta hace nada cercano a la Rusia de Vladímir Putin, se contienen objetivos tan alejados del europeísmo como el de incumplir las políticas comunitarias cuando la Nupes no las comparta. Aceptar estos planteamientos, que rompen con su tradición europeísta, ha desgarrado al Partido Socialista (PS), integrado en la Nupes junto a La Francia Insumisa, los verdes y los comunistas. El PS se ha dividido y algunos de sus dirigentes se presentan como disidentes.

La posibilidad de que la izquierda euroescéptica pueda obtener la mayoría en la Asamblea Nacional o impida que Macron la consiga otorga a estas elecciones legislativas una importancia que trasciende el marco político francés.