Apunte

El dinero vuelve a tener precio

El reto será ahora evitar que para paliar los efectos de una crisis de oferta no se produzca una caída de la demanda

Archivo - Sede del BCE en Fráncfort.

Archivo - Sede del BCE en Fráncfort. / BCE - Archivo

Agustí Sala

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Una década después del rescate financiero de España --el Gobierno del PP jamás quiso emplear ese calificativo--, cuando el Banco Central Europeo (BCE) encaraba una fase de bajada del precio del dinero, estamos en una situación distinta. Aún no hay una crisis y el instituto emisor inicia un cambio de política monetaria con la subida de los tipos de interés. El dinero, entonces, volverá a tener precio tras seis años de estar en el 0%.

El aumento de los tipos de interés de 0,25 puntos en julio y el siguiente que se producirá en septiembre y que podría ser de otros 0,50 puntos, según la presidenta del BCE, Christine Lagarde, supone un balón de oxigeno para la banca. Hasta ahora el sector financiero se había visto empujada a coser a los usuarios a comisiones para paliar la estrechez de los márgenes.

El BCE ya ha revisado las previsiones sobre la inflación, la responsable del cambio de política monetaria y la ha situado este año en el 6,8%. En esta ocasión, no se trata de enfriar una economía recalentada que va como un tiro, sino que el objetivo es sostener a una que se ralentiza como consecuencia de la subida de los precios por restricciones en la oferta.

El euríbor, la referencia más importante para las hipotecas, ya había dado señales al salir en abril pasado del terreno negativo en el que estaba desde hacía seis años. En lo que va de junio ya se sitúa en el entorno del 0,50%. Hacía semanas que lo más aconsejable era amarrar un préstamo hipotecario a interés fijo.

La banca, a su vez, se plantea empezar a remunerar por los depósitos, aunque tardará todo lo que pueda para sacar el mayor partido a las subidas en los intereses de los préstamos. En definitiva, lo que se denomina la normalización, que el dinero vuelva a tener precio, es mala noticia para los endeudados, familias, empresas y estados. La otra cara de la moneda son los ahorradores. Y el reto para el BCE será evitar que su estrategia para paliar los efectos de la crisis de oferta derive en una caía de la demanda, lo que nos llevaría a una recesión.

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