APUNTE

El metro azulgrana

Aubameyang, Adama, Luuk de Jong, Mingueza y Braithwaite, en un rondo.

Aubameyang, Adama, Luuk de Jong, Mingueza y Braithwaite, en un rondo. / FCB

Sònia Gelmà

Sònia Gelmà

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La estación está renovada, iluminada y lista para recibir a los pasajeros. Los servicios de limpieza han hecho su trabajo, ni un papel en el suelo. Con toda su buena fe, las autoridades piden respetar los principios básicos de la educación para que el cambio de pasajeros se desarrolle de la forma más ordenada posible. La norma es sencilla y efectiva, pero para los despistados se repite insistentemente la instrucción por megafonía. “Dejen salir antes de entrar”, se escucha cuando el vagón se frena y las puertas automáticas se abren.

Segundos después, el vagón sigue lleno. Los pasajeros miran el suelo o consultan su móvil mientras se hacen los suecos. En el andén, empieza a haber cierto nerviosismo, los responsables emiten una orden más directa: “¡Salgan del vagón, por favor!”. Nadie hace caso, pese a que se deja oír alguna amenaza subida de tono. 

Finalmente, ante el desconcierto, los responsables abren los tornos de las puertas de salida para incentivar la salida: pueden irse sin picar el billete. Desesperados, abren las máquinas de vending y ofrecen bebidas y snacks gratis como aliciente. En el último momento, cuando suenan los pitidos previos al cierre de puertas, unos cuantos pasajeros salen corriendo del vagón, prácticamente justo antes de arrancar. Sobre la campana, el responsable de la estación consigue entrar a un par de pasajeros que aún esperaban, el resto se fue en taxi.

La ventaja de apurar

La metáfora, disculpen, podría ser mejor. Pero en esa encrucijada se encuentra el Barça. Si quiere respetar una forma que parece ordenada y que parece prácticamente obligada, difícilmente podrá reforzarse. Porque los pasajeros que están dentro del vagón son perfectamente conscientes de las urgencias del Barça. Saben que su ventaja es apurar, que en los últimos días de agosto tendrán mejores condiciones de salida que las actuales y, por lo tanto, resulta difícil pensar que aceptarán la primera oferta que se les plantee. Esta es una película ya vista, veremos si cambia el desenlace. 

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