Junts sin Pujol
Seguramente la principal diferencia respecto a CiU, más allá del relato independentista, es la inexistencia de un liderazgo fuerte y sólido como fue el ‘expresident’
Gemma Ubasart
Consellera de Justícia, Drets i Memòria
Gemma Ubasart
Junts per Catalunya está ultimando el proceso de construcción del artefacto partidista con el que el mundo posconvergente quiere afrontar el nuevo ciclo electoral que se abrirá de aquí a menos de un año con las elecciones municipales. Desde la disolución de CiU en 2015, en gran parte motivada por el afloramiento de casos de corrupción y malversación de recursos públicos, este espacio ha vivido en la excepcionalidad, impulsado por el 'procés' independentista y por el liderazgo de Carles Puigdemont. En un momento de cambio de ciclo se ha querido avanzar en la construcción de la estructura partidista.
Esta semana se ha celebrado la primera parte del congreso constituyente en la que se ha elegido a la dirección del partido. Una vez el de Amer se ha retirado de la primera línea de la organización, el tándem formado por Jordi Turull y Laura Borràs es quien ha cogido las riendas. Ahora bien, la tranquilidad y la previsibilidad hace tiempo que no frecuentan entre los herederos de Pujol y las fricciones no han tardado en aflorar: Laura Borràs y las personas próximas a ella han recibido votos de castigo bastante significativos. Tanto es así que la secretaría de Organización ha quedado vacante, lo que ha generado ya unos primeros desencuentros.
Partido de cuadros 2.0
Se suelen diferenciar dos grandes sectores dentro de Junts liderados por Turull y Borràs. Los primeros serían los que provienen de la antigua CiU, la mayor parte de ellos con carnet y con ostentación de cargos previos a la ola independentista. Los segundos se habrían incorporado a la militancia política de manera más reciente: “hijos del 1 de octubre”, como le gusta decir a la presidenta del Parlament. Si bien esta distinción puede funcionar para entender cosas, también hay que decir que gran parte de estos segundos, aunque de una manera más laxa, pertenecían igualmente al espacio cultural de la hegemonía pujolista. Y algunos de ellos incluso habían ejercido cargos institucionales.
El espacio posconvergente se podría definir como un partido de cuadros 2.0 en el que las formas de funcionar están poco formalizadas y en permanente cambio
Además, diría que Junts hoy en día tiene más de dos sectores. Y la delimitación entre ellos tiene poco de ideológico. Lo que pasa se explica en gran parte desde una lógica de espacios de poder e influencia. Evidentemente no se trata de un partido de masas como lo fueron las grandes organizaciones de las internacionales democristiana, socialdemócrata o comunista. Pero tampoco se adecua a la forma de partido 'catch all' (atrápalo todo) que proliferaron en las democracias occidentales en la última parte del siglo XX. Si como politóloga lo tuviera que definir, me aventuraría a hacerlo como un partido de cuadros 2.0 en el que las formas de funcionar están poco formalizadas y permanentemente cambiantes, donde el papel de las camarillas y los complots acaba teniendo su recorrido, y donde los liderazgos pueden ser efímeros.
Seguramente la principal diferencia de Junts respecto a CiU, más allá del relato independentista, es la inexistencia de un liderazgo fuerte y sólido como fue Jordi Pujol. Un dirigente que era capaz de activar a las bases con discursos 'arrauxats' (no demasiado diferentes de los de hoy, a pesar de que algunos dirigentes 'de orden' se hayan olvidado) y a la vez replegar velas cuando hacía falta en la consecución de determinados objetivos. Majestic como ejemplo.
Hacer la vida imposible a ERC
Los próximos 16 y 17 de julio se celebrará la segunda parte del congreso en el que, entre otras cosas, habrá que discutir el documento político. Según filtraciones periodísticas, este contemplaría la posibilidad de salir del Govern de Aragonès así como también de dar por cerrada la mesa de diálogo el próximo 1 de octubre. El dilema sobre la mesa será táctico: entre el "fuera del Gobierno hace demasiado frío", se perderán cargos y recursos; o bien una "travesía por el desierto" puede ayudar a fortalecer la formación política. Y no me aventuro a decir quién defenderá qué.
Con lo que sí que habrá acuerdo es en hacer la vida imposible a ERC. E irá en crecimiento a medida que nos acerquemos a la contienda local donde el pastel a repartir será realmente importante. La gobernabilidad de la Generalitat puede verse de rebote afectada y haría bien Aragonès en estar preparado. En paralelo, la voluntad de colaboración de los posconvergentes con el PSC podría irse modulando: el pacto de la Diputación o la foto de la ampliación del aeropuerto como ejemplo. Y no descartaría pactos post-28M. Tiempo al tiempo.
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