610,8 km | Artículo de Martí Saballs

AP-7: la autopista del infierno

La vía que une La Jonquera, en la frontera con Francia, con Alicante, va camino de convertirse en la autopista gratuita más colapsada, peligrosa y caótica de Europa

autopista ap7

autopista ap7 / Manu Mitru

Martí Saballs

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Los 700 kilómetros de la AP-7 que unen La Jonquera, en la frontera con Francia, hasta Alicante, van camino de convertirse en la autopista gratuita más colapsada, peligrosa y caótica de Europa. El levantamiento de peajes de la ruta del Mediterráneo, iniciado en enero de 2020 y cerrado en septiembre de 2021, sin pensar en cómo atajar sus consecuencias, demuestra la estulticia y falta de previsión e inteligencia de los gestores del sistema de tráfico español, estatal y autonómico. Solo en Catalunya la siniestralidad ha aumentado este año un 200% respecto a 2019 y han fallecido 13 personas. En 2019 fallecieron cuatro. El tráfico ha aumentado entre un 30 y un 50% dependiendo del mes. Lo peor: ahora intentan arreglar el desaguisado a base de malas medicinas que no servirán para atajar la raíz de los tres graves problemas que comporta.

Primero. En aquellos tramos donde hay solo dos carriles, el de la derecha se convierte en un fila, apenas sin interrupción, de camiones de gran tamaño. Los conductores prudentes, que mantienen la velocidad fija a 120 km/h, deben estar constantemente con el pie listo para apretar el freno repentinamente porque en cualquier instante los camiones empiezan a adelantarse entre ellos ocupando los dos carriles y obligando a reducir la velocidad a menos de 90 Km/h. 

Segundo: la caída en el mantenimiento de las vías. Hay momentos, entre Valencia y Tarragona, donde el asfalto está peor que en la N-II que une Fraga y Barcelona, que ya es decir. Los baches empiezan a multiplicarse y todo obliga a pensar que empezará a ocurrir lo mismo en el recorrido hacia la frontera en breve. Cuando la AP-7 estaba en manos de la concesionaria no había ni un rasguño en el asfalto.

Tercero: las salidas y las entradas a la Gran Barcelona el fin de semana han convertido la AP-7 en un pozo de coches sin fondo. Inacabables colas de hasta 30 kilómetros que recuerdan las paradas producidas por los peajes en aventuras de niños. La situación es tan desopilante que para ir de las salidas de la Costa Brava hasta la capital compensa ir a coger el eje transversal hasta Manresa y bajar desde allí, aunque esto comporte conducir 40 kilómetros más. A estas alturas, pedir la reimplantación de los peajes tal como eran carece de sentido. Plantear reducir la velocidad máxima a 110 km/h, como ha lanzado como globo sonda el Govern catalán, es un chiste. Salvo de madrugada, se va siempre a menos velocidad. Tampoco parece que vaya a servir de nada pretender poner más helicópteros vigilantes y más policía en la ruta. ¿Para qué? A largo plazo, otra opción sería ampliar a más carriles allí donde pueda ser posible, como se hizo cuando la AP-7 pasa por Girona. ¿A medio plazo? Debe empezar a plantearse, tal como ocurre en otros países europeos para camiones superiores a 12 t , y avala la UE, el establecimiento del pago por uso a través de la euroviñeta. Hay que emprender el debate en serio sobre si esta viñeta debe afectar tanto a los camiones como al resto de vehículos. La tecnología actual permite poder hacer todo tipo de combinaciones por uso. ¿Y a cortísimo plazo? Impedir el adelantamiento entre camiones. Para eso sí puede ser necesaria la vigilancia policial.

El martes por la mañana, a la altura de la central nuclear de Vandellòs, un accidente de un camión generó una cola de dos kilómetros. Estaba pensando en la película de Steven Spielberg, 'El diablo sobre ruedas', cuando en la radio empezó a sonar 'Summer Nights' de 'Grease'. En medio del infierno de la AP-7, un poco de alegría y esperanza. 

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