Artículo de Pere Puigdomènech

Explorar las tierras inexploradas

Por tanto, la frontera entre lo explorado y lo inexplorado ha desaparecido prácticamente de las tierras emergidas de nuestro planeta, quedando los fondos de los océanos y el espacio

Imagen coloreada de la formación rocosa en forma de puerta, capturada en Marte el 7 de mayo de 2022.

Imagen coloreada de la formación rocosa en forma de puerta, capturada en Marte el 7 de mayo de 2022. / Créditos: NASA/JPL-Caltech/MSSS/NeV-T.

Pere Puigdomènech

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Ya no hay sitio en la Tierra en el que no encontramos una huella humana. Esta afirmación es cierta y es falsa al mismo tiempo. Debemos buscar zonas muy remotas de las tierras emergidas del planeta para descubrir lugares en los que no encontrar a nadie y es improbable que nunca lo haya visitado nadie. Pero también es cierto que más del 60% de la superficie del planeta nunca ha sido visitada de forma sistemática. Se trata sobre todo de los fondos oceánicos, de los dos polos terrestres y del espacio más allá de la atmósfera. Cabe preguntarse si es necesario incluso abandonar la idea de saber qué hay allí, porque por el solo hecho de explorarlas ya podemos estar empezando a abrir el camino a su explotación.

Explorar regiones desconocidas del mundo está en nuestro imaginario colectivo. Llegar a lugares donde nadie ha entrado y descubrir paisajes que no han sido observados nunca produce una fascinación que ha encontrado su expresión en la literatura y el cine y es el objetivo de ciertas formas de turismo. Esto ahora ya es casi imposible, pero algunas regiones las protegemos para que conserven su estado actual. Puede tratarse de regiones que tienen presencia humana pero que queremos perturbar al mínimo su manera de vivir, como es el caso de algunas regiones de Brasil. Existen zonas sin presencia humana en montañas de América del Sur, Asia, África y en alguna isla de Oceanía o zonas frías o desérticas del mundo. La Unión Europea ha aprobado que un 30% del territorio reduzca su presencia humana para mantener la biodiversidad de especies, que es un objetivo compartido de forma global.

Las zonas inexploradas más extensas se encuentran en los fondos oceánicos. Acceder a ellas sigue siendo difícil y hay zonas de las que no sabemos casi nada. Hay países que efectúan investigaciones con diferentes objetivos. Sabemos que en zonas alejadas de la costa se encuentran reservas de gas y petróleo y que en los fondos oceánicos hay concentraciones de minerales que podrían explotarse, como ciertas zonas donde existen nódulos ricos en metales interesantes para la industria. En las zonas árticas ya se explora en busca de nuevas fuentes de combustibles. Sabemos que son regiones delicadas con poblaciones vulnerables de plantas y animales que una explotación sistemática perturbaría. Y son también regiones sensibles a los cambios en el clima. Hay por tanto un interés en conocerlas, tanto por su intervención en los equilibrios planetarios como por las posibilidades de obtener recursos.

La gran frontera para nuestra exploración es el espacio. El interés por tener objetos en la alta atmósfera está en un período explosivo con miles de nuevos satélites que se lanzan con fines muy diversos, y esta actividad seguirá en los próximos tiempos. La carrera por la exploración de los objetos de nuestro sistema solar vuelve a tomar impulso. En los próximos meses se anuncian una serie de lanzamientos de sondas y vehículos hacia la Luna. Ya no son solo los dos actores clásicos, Estados Unidos y Rusia, sino que se añaden China o Europa, pero también Japón, India, Corea del Sur o Emiratos Árabes, y hay expediciones comerciales previstas. El Gobierno de Estados Unidos está a punto de decidir nuevas misiones humanas en la Luna que se acabaron en 1972 con el fin del programa Apolo y que podrían empezar a partir de 2025. Se habla de ir a Marte, pero esto es complicado.

Por tanto, la frontera entre lo explorado y lo inexplorado ha desaparecido prácticamente de las tierras emergidas de nuestro planeta, quedando los fondos de los océanos y el espacio. Como hemos hecho siempre, tan pronto como sea posible ponemos en marcha la explotación de los recursos que encontramos. Lo compensamos en parte con la creación de un nuevo tipo de regiones salvajes. No hablamos solo de los parques temáticos o reservas en los que creamos una ficción de aventura. Vamos despoblando regiones del planeta ya sea porque la gente las abandona, ya sea porque queremos mantener un buen nivel de biodiversidad. Existen buenas experiencias de recuperación de espacios con especies amenazadas, aunque son limitadas. Serán zonas donde no iremos a explorar sino a vigilar en qué nivel de conservación se encuentran y quizá a hacer turismo. Un nuevo concepto para nuestra relación con el mundo salvaje.

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