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Por qué creo a Amber Heard (y no tiene nada que ver con el feminismo)

Amber y Depp

Amber y Depp / EPC

Lucía Etxebarria

Lucía Etxebarria

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Sí me preguntan a mí sí creo que Johnny Depp maltrató a Amber mi respuesta es: sí lo creo, al 99% ¿Tiene eso que ver con el feminismo? No, en absoluto.

No creo el testimonio de una mujer solo por ser mujer. Creo que, con las mismas pruebas, en Londres, un juez creyó a Amber y creo que un caso así no debería haber sido juzgado por un tribunal popular. Porque Amber había sido ya mediáticamente sentenciada desde el primer día, y es imposible que en una sociedad globalizada un tribunal popular puede mantenerse al margen de los medios de comunicación. Repito: Absolutamente imposible.

Creo a Amber a partir de todo lo que ha contado el propio Johnny. En su propio testimonio en el juicio Depp no negó en ningún momento haber usado cocaína, marihuana y alcohol con regularidad. Depp testificó que comenzó a consumir drogas cuando tenía 11 años. Se han mostrado innumerables pruebas de todo tipo que nos habla de un policonsumo de larga duración. Relatos de sus amigos, mensajes a sus asistentes personales pidiendo drogas, el testimonio de su manager contando que llega drogado a los rodajes…. Debo insistir en esto. Se trata de un consumo de larguísima duración: 47 años nada menos.

¿Amber también consumía? Sí. Pero los abogados de Depp no han podido presentar ningún testimonio que pruebe que Amber consumía antes de conocer a Depp, ni mucho menos que acudiera borracha o drogada a los rodajes, o que consumiera en situaciones de riesgo potencial, como hacía Depp. (Por ejemplo, reconoció que subió a un avión habiendo consumido alcohol, cannabis y MDMA). Amber no es consumidora de larga duración y representa a un perfil muy común (de hecho, el más común) en las parejas de adictos: la chica que empieza a consumir para estar más cerca del chico que le gusta. Un clásico.

Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EEUU, el consumo sostenido de alcohol y drogas provoca daños cerebrales irreversibles en muchos casos. “El hecho de que este consumo sea común y 'socialmente aceptable' no lo hace normal o saludable", advierten. Y los resultados de múltiples investigaciones, tanto longitudinales como transversales (es decir, investigaciones que se realizan durante años, extendidas en el tiempo, e investigaciones que se llevan a cabo en diferentes lugares de los Estados Unidos, o del mundo) son claros y contundentes. El consumo de drogas perjudica de una forma u otra, antes o después, al funcionamiento del cerebro.

El deterioro cognitivo asociado al consumo de drogas es una realidad. Una realidad comprobada, estudiada y medida.

Las personas que consumen alcohol y de cannabis de manera habitual muestran un enorme déficit en la memoria de trabajo. Y también un déficit (aunque menor) en la memoria inmediata. A mayor duración del consumo, mayor impacto. Esto quiere decir que olvidan cosas, y las reconstruyen en su cabeza. ¿Alguna vez se ha despertado usted y no recuerda nada de la noche anterior, o solo recuerda trozos, o aparece una foto suya bailando en la barra del bar que le sorprende, o le llama una persona a la que usted no recordaba haberle dado su número? Le ha pasado, ¿verdad? Pues a los adictos de larga duración les pasa constantemente.

En cuanto a las funciones ejecutivas, los pacientes con consumo de cannabis y alcohol de larga duración muestran una peor capacidad a la interferencia. Es decir, una menor inhibición a las respuestas automáticas. Para que me entiendan, no controlan sus impulsos. ¿Ha visto ese vídeo de Johnny Depp cabreado rompiendo cosas y gritando como un poseso? Pues sí, a los adictos de larga duración también les pasa constantemente.

Se sabe que los adictos de larga duración muestran una atención alterante disminuida. Es decir, que no son muy hábiles para realizar actividades que requieren un pensamiento lógico y secuencial. Por eso a veces no recuerdan lo que ha sucedido, o lo reconstruyen en su cabeza. Y por eso creo que Johnny dibujaba constantemente durante el juicio. Para mantener la atención. ¿Ha visto a Depp poniendo caras, dibujando, incapaz de mantenerse quieto y atento? Es porque le cuesta mantener la atención. Y sí, a los adictos de larga duración les sucede constantemente.

El consumo de drogas desencadena cambios neuropsicológicos y neuroanatómicos. Y cambia las funciones cognitivas, motivacionales, conductuales y emocionales. Para que me entiendan: el adicto cambia, se convierte en una persona completamente diferente. Por eso el Johnny Depp que tuvo una relación con Amber Heard puede no tener nada que ver con el que tuvo una relación con Kate Moss. No digo que las drogas por sí solas creen una personalidad completamente y absolutamente nueva, pero sí que sacan a la luz comportamientos que podrían controlarse si no hubiera consumo.

Por eso creo que un adicto de larga duración, que lleva 47 años consumiendo de forma regular, necesariamente va a mostrar problemas de control de los impulsos. Es decir, va a ser agresivo. Por eso sé que no va a recordar gran parte de las cosas que ha hecho mientras estaba drogado.

Por eso el testimonio de Johnny no me sirve. Por eso creo a Amber. Estoy segura de que ambos entraron en un tipo de relación muy común: un hombre adicto que se relaciona con una mujer que padece un problema grave de dependencia emocional. Una pareja en la que ella empieza a consumir de forma habitual para estar con él. La terapia para este tipo de parejas es complicadísima, pero requiere la voluntad de cambio de ambas partes. Y Depp ha dejado claro que él sigue consumiendo y que no tiene ninguna intención de dejarlo.

Lo peor es que este juicio sensacionalista y mediático ha banalizado y glamourizado el consumo de drogas

Los millones de personas que apoyan a Depp están convencidos de lo que él dice: que consumir durante décadas no te convierte en una persona agresiva. Mentira. Que ese consumo habitual se puede controlar. Otra mentira.

Depp es millonario y eso ha facilitado enormemente su vida como adicto. Por ejemplo: si destroza una habitación de hotel, no tiene que afrontar las consecuencias. Paga y punto. Si se presenta tarde y borracho al trabajo, tampoco pasa nada. Al fin y al cabo, es una superestrella. Pero si usted no es archimillonario, como Depp, si usted no posee su propia isla, no crea que le va a ir tan bien.

Cualquier psicólogo especialista en terapia de parejas le dirá a usted que el consumo de sustancias es letal para una relación. Vivir con una pareja que bebe demasiado o que consume drogas (por mucho que te diga que no es para tanto, que controla, que eres una exagerada, una puritana o una loca) es muy parecido a arrojar una piedra en un estanque tranquilo: los efectos se propagan e influyen en todo lo que está cerca., El efecto lo sienten sus hijos, sus familiares, sus amigos, sus compañeros de trabajo. Pero, sobre todo, lo sufre la pareja

Las parejas en las que uno de los miembros – o los dos - abusa de las drogas o el alcohol son muy infelices. A medida que el consumo de alcohol o drogas se prolonga en el tiempo, más problemas se crearán en la pareja. El maltrato psicológico aparecerá siempre. Repito: siempre. El adicto miente, el adicto culpa a su pareja de su adicción, el adicto manipula… El abuso emocional puede ser tan poderoso, si no más poderoso, que el físico, porque crea depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y otros muchos problemas de salud mental. El abuso emocional es sutil e implacable. En cuanto al abuso físico, la gran mayoría, por no decir todos, los adictos de larga duración tienen problemas de gestión de la ira o de control de los impulsos, así que casi siempre acaba por aparecer.

Cuando el uso de sustancias finalmente se convierte en una de las principales razones para pelear o discutir, lo que se crea es un círculo vicioso: el uso de sustancias causa conflicto, el conflicto lleva a un mayor uso de sustancias como una forma de reducir la tensión… y vuelta al punto de partida. Las parejas en las que uno de los miembros (o los dos) consume no saben salir de esta espiral autorreferente. Y los dos, los dos, tienen un problema de salud mental. Si los dos consumen, ambos lo tienen. Si uno consume y el otro no, también lo tienen ambos. Porque uno es adicto a la sustancia, o a la conducta (la adicción al juego, o al sexo, o a las compras) y el otro es adicto al adicto.

Algunos casos no tan glamourosos

El psicólogo Alberto Casalta me habla de su experiencia acompañando a parejas en las que hay consumo de sustancias.

“Lo primero que debo decirte es que no acompaño nunca a parejas en las que haya maltrato físico, nunca. En ese caso, lo aconsejo a la persona maltratada es que denuncie. (…/…)

Te puedo decir que en la gran mayoría de los casos que vienen en pareja, uno de ellos o los dos son adictos. En la gran mayoría de los casos el adicto es él, y ella sufre un problema de dependencia emocional. Él es adicto, ella es adicta a él. En muchos casos vienen después de haber pasado por un rosario de tratamientos, o vienen derivados de la Unidad de Conductas Adictivas. Te cuento tres casos, aunque podría contarte cien, muy representativos (…/…)

Una es una chica que llega con un problema de depresión. A lo largo de la terapia descubro que lleva manteniendo una relación intermitente desde hace años con un adicto. Él es poliadicto a la cocaína, ella era consumidora ocasional, pero lo ha dejado. Ella sufre un enorme maltrato psicológico, pero lo había normalizado. No se atreve a llamarlo maltrato hasta que llega a terapia. Él le miente, le insulta, le desprecia, desaparece durante días, es muy agresivo cuando bebe… Pero ella es incapaz de dejarlo. La terapia le sirve para entender que vive una relación de maltrato, pero antes de la terapia ella era incapaz de verlo. Ahora estamos trabajando en que deje la relación. (…/…)

Otro caso es el de una pareja en el que ella no consume y él sí. Ella es obsesiva compulsiva, perfeccionista, y le controla constantemente. Él vive con miedo de que ella le deje, y sufre por ello, pero es incapaz de controlar su consumo. Ella sabe que él consume y amenaza constantemente con dejarle, pero nunca le deja. De nuevo, él es adicto a las sustancias y ella adicta a él. Pero es ente caso hay un daño bidireccional. No podría decirte que el daño va de él a ella. Los dos se dañan el uno al otro, y a sus hijos. (…/…)

En el último caso, ambos son adictos. Estaban enzarzados en una relación en la que el maltrato era mutuo: los insultos, los gritos, las descalificaciones, las salidas de tono. Ambos se vigilaban mutuamente y se espiaban el móvil el uno al otro. Al menos hemos conseguido que entiendan que espiar el móvil no es admisible en una relación, puesto que ellos lo consideraban legítimo y normal. Es típico de los adictos no ver límites.( …/…)

En los tres casos son poliadictos: alcohol, cocaína, cannabis y ocasionalmente pastillas. Es muy infrecuente que me encuentre con adictos a una sola sustancia. Pero sí es cierto que ahora mismo sobre todo veo cocaína. Y juego. (…/…) Te he dado tres casos representativos que más o menos resumen lo que suelo ver en terapia. Nunca me he encontrado con un caso en el que ella sea la adicta y él el codependiente. No digo que no puedan existir, pero yo no los he visto. La adicción, en mi opinión, es como el brandy Soberano: es cosa de hombres”.

El doctor Marcelo Mendes me amplía esta información. “Lo cierto es que la adicción y la dependencia no tienen sexo, Por supuesto que hay parejas en las que ella es la adicta y é1l el codependiente. Es como los hombres histéricos: no se suelen ver, pero existen”

Las banderas rojas

Existen varias señales reveladoras de que el consumo de alcohol o drogas – por parte de los miembros, o los dos - está dañando a la relación hasta el punto de que puede ser necesaria la ayuda de un profesional de tratamiento.

  • Discusiones. Discusiones inacabables y constantes. Discusiones sobre el consumo de alcohol o drogas o sobre temas relacionadas con el consumo de alcohol o drogas. Discusiones sobre problemas de dinero, sobre desaparecer sin avisar, sobre no hacerse cargo de las responsabilidades del hogar o de los hijos…
  • Mentir por el otro. Mentir ante su familia cuando él no puede acudir a la comunión o a la comida de cumpleaños, porque no se levanta de la cama o sencillamente no sabes dónde está; mentir a sus compañeros de trabajo diciendo que está enfermo y no irá al trabajo, cuando en realidad está con una resaca tal que le impide levantarse….
  • Consumir como alivio de la tensión. Uno de los miembros de la pareja, o los dos, bebe o usa drogas para reducir la tensión o el estrés relacionado con discusiones y peleas en el hogar.
  • Sentirse unidos por el consumo. El consumo de alcohol y drogas es la única o una de las pocas cosas que a la pareja le gusta hacer juntos. Uno o ambos miembros de la pareja necesitan estar borrachos o drogados para mostrar signos de afecto o para hablar sobre los problemas en su relación.
  • Episodios de violencia. Que aparecen cuando uno de los miembros de la pareja, o los dos, se ha drogado o ha bebido, o ambas cosas. Y que se suelen minimizar: “ me empujó, pero lo hizo sin intención”, “ solo fue una bofetada, no una paliza”, etc…
  • Aislamiento. La relación o la familia en su conjunto se aísla de los amigos y parientes para ocultar el problema de la bebida o las drogas.

Si una sola, una sola, de estas señales está presente en su matrimonio o relación, indica que puede ser hora de que usted haga un balance de la relación y piense en abandonarla o mejorarla. Si no quiere abandonar, esa señal le está diciendo que ha llegado la hora de detener el consumo de alcohol y drogas, la hora de identificar y abordar los problemas en la relación. Si usted o su pareja muestran signos de tener un problema con las drogas o el alcohol y hay problemas en la relación, no espere que el tiempo o el amor solucione sus problemas. Eso nunca sucede. No es cierto que el amor todo lo pueda o que el tiempo todo lo cure. Lo mejor que pueden hacer ustedes dos es ponerse en manos de profesionales lo antes posible, o al menos llamar y preguntar sobre los tratamientos que pueden estar disponibles para usted. Si no lo hace, es muy probable que los problemas empeoren.

¿Puede ayudar la terapia?

Sí, por supuesto. Existen muchos tratamientos diferentes disponibles que pueden ser efectivos para reducir o eliminar los problemas con el alcohol u otras drogas. Algunos involucran consejería individual, otros implican terapia de grupo y otras reuniones de autoayuda y grupos de apoyo como Alcohólicos Anónimos. Usted debe decidir cuál cree que es el mejor para usted y su pareja. Pero, ¿qué pasa si su pareja tiene un problema con la bebida o las drogas, pero no quiere ir a tratamiento o buscar ayuda, porque no cree que haya un problema o porque no quiere participar en la consejería? Este es un problema muy común. Muy, muy común. La negación.

El “yo controlo” o el “todo el mundo se mete”. Y es lo que hemos visto en el caso de Johnny Depp. Algo peligrosísimo porque ahora hay millones de personas en todo el mundo que creen que “ser adicto de larga duración no implica necesariamente ser agresivo”. Por favor, si usted ha vivido con un adicto de larga duración (y si ha conseguido usted sobrevivir a esa relación) o si usted es un especialista, ¡deje un comentario! o escriba al director negando esta afirmación tan peligrosa. Porque es muy peligroso, extremadamente peligroso, que normalicemos la adicción o la legitimemos. O peor aún, que la glamouricemos.

Los programas de tratamiento de abuso de alcohol y drogas ofrecen siempre ayuda a los familiares y a las parejas del adicto. Y las parejas del adicto de larga duración siempre, sin excepción, sufren de codependencia. Estos programas de apoyo para familiares y parejas de adicto proporcionan información sobre cómo motivar a su pareja para que considere buscar ayuda.

Pero, ¿qué pasa con nuestra relación? ¿debo separarme si mi pareja es adicta?

Eso es asunto suyo. Lo que le puedo decir es que prácticamente todos los tratamientos para adictos implican a sus parejas. La implicación de la pareja es esencial para que el tratamiento tenga éxito. Pero si su pareja deja de consumir, el problema no habrá terminado. La terapia no es una varita mágica. También es muy importante que se traten los problemas en la relación, porque estos problemas no desaparecen porque el consumo de alcohol o drogas haya cesado.

Muchas parejas están tan sorprendidas como decepcionadas cuando descubren que continúan teniendo muchas peleas y discusiones después de que desaparece el abuso de sustancias. Y es que a veces no se sabe muy bien lo que es primero, el huevo o la gallina: ¿la relación se resiente por el consumo o los problemas en la relación crean consumo?

Por un lado, el consumo frecuente de alcohol y drogas puede tener un costo emocional incluso en la relación más fuerte al influir en comportamientos nocivos como el engaño, la manipulación, el aislamiento o la agresión. Por el otro, algunas personas consumen para paliar el estrés que les crea su relación.. Y todo se vuelve más complicado cuando ambos miembros de la pareja usan drogas juntos.

Para colmo, la ingesta de drogas altera el centro de recompensa en tu cerebro, El sistema de recompensa es un conjunto de mecanismos realizados por nuestro encéfalo y que permite que asociemos ciertas situaciones a una sensación de placer. A medida que más drogas se consumen, y a medida que más se alarga el consumo en el tiempo, más difícil se vuelve alcanzar el placer tanto sexual como emocional con tu pareja, por lo tanto, cada vez necesitarás más drogas para tener sexo, o para compartir momentos íntimos. Por eso tantas mujeres de adictos relatan que cuando salen a cenar con su pareja acaban descubriendo que se ha ido al baño a meterse una raya.

Si los problemas en la relación no se tratan, por mucho que el consumo haya cesado, sigue existiendo un escenario para un conflicto continuo. Y dicho conflicto predispondrá, a su vez, a una recaída en el consumo de alcohol o drogas. Por lo tanto, la recuperación duradera del consumo de sustancias depende, en parte, de mejorar la relación. Eliminar el consumo de alcohol o drogas es solo el punto de partida.

Una vez que se logra que el consumo cese hay que tener en cuenta que el adicto no deja de ser adicto porque cese el consumo: se convierte en un adicto en rehabilitación. Esto quiere decir que se trata de una persona con especial tendencia a la adicción, una tendencia que viene marcada por una cuestión puramente física ( un problema de desajuste en sus neuroreceptores, una predisposición genética) como psicológica ( la presión del entorno - amigos, compañero de instituto de trabajo, grupo de iguales…- el sufrimiento emocional, la ansiedad, la depresión, la mala gestión de un pasado traumático el estrés ambiental, entre otros muchos factores intervinientes) . Por lo tanto, si existen problemas de base en su relación, es probable que vuelva a recaer. Por el contrario, una relación de apoyo y cariño puede ser uno de los factores más fuertes para hacer que la sobriedad dure.

Contar con una pareja que te acepte y que te apoye es clave para sentirse seguro. Pero uno no puede exigir apoyo y aceptación su previamente no la ofrece. En momentos de conflicto y desafíos el amor puede revelarse como un verdadero apoyo cuando todos los demás parecen desvanecerse. Pero si no ofrece apoyo, no es amor. Es dependencia, no amor.

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