BARRACA Y TANGANA

Hacer un Hazard, hacer un Bale

Yo también he lanzado al aire promesas de dudosa fiabilidad, estando de fiesta y con un vaso en la mano, y no me ha creído nadie

El Real Madrid celebra su 14ª Copa de Europa con su afición

El Real Madrid celebra su 14ª Copa de Europa con su afición / EFE

Enrique Ballester

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El Real Madrid ganó la Champions y se fue de fiesta: innovador. Durante la celebración, ya en la plaza de Cibeles, Eden Hazard empuñó el micro y se dirigió a la muchedumbre sin quitarse las gafas de sol. “El próximo año lo voy a dar todo por vosotros”, dijo Hazard, antaño clase mundial y fichaje estelar, pero perdido en las últimas temporadas en el limbo mediocre de la inanidad. Mientras hablaba, para convencer a los escépticos, sostenía un vaso de plástico en la mano, algo que proporciona toneladas de empaque y otorga siempre una gran credibilidad.

Intentaré decirlo suavemente: la imagen podría mejorar.

Pero no culparé de nada a Hazard ni habrá reproche alguno por mi parte, porque a todos nos ha pasado algo así alguna vez. Todos hemos caído en trampas semejantes. De hecho, hacía tiempo que no me identificaba tanto con un futbolista profesional. Yo también he lanzado al aire promesas de dudosa fiabilidad, estando de fiesta y con un vaso en la mano, y no me ha creído nadie.

Yo también me he venido arriba cruzando la noche con el pulso acelerado, los ojos achinados y la lucidez intermitente. A veces me he sentido de repente responsable: he jurado que a partir del siguiente lunes empezaría a ir a clase religiosamente. Otras veces me ha invadido un entusiasmo desbordante: he dicho que al amanecer me encargaría de organizar una paella para 84 comensales. En ocasiones he creído incluso que me sobraba la fuerza para salvarme: he asegurado muy serio que dejaba el periodismo para empezar una vida feliz antes de que fuera tarde. He prometido sin duda maniobras fuera de mi alcance y no he cumplido ninguna, pero en ese momento todas ellas parecían ideas brillantes.

La diferencia con Hazard es que lo suyo ha quedado registrado. Ahora tendrá que espabilar porque había un tipo grabando. Nuestras promesas festivas-etílicas mueren segundos después de ser pronunciadas. Normalmente las escucha gente que pasa del tema bastante y no se acuerda de nada al día siguiente. A menudo ni siquiera te acuerdas tú, pero lo de Hazard puede calar incluso en el imaginario mental de la sociedad. Le veo potencial: pronto, cada vez que alguien prometa dudosos propósitos de enmienda estando de fiesta, sus amigos le dirán que está 'haciendo un Hazard'.

Podría haber más, por ejemplo, podría ocurrir que cada vez que alguien se comprometa a salir una noche y a última hora cambie de opinión, se quede en casa y avise enviando un wasap traicionero, le digamos que 'ha hecho un Mbappé', en honor a la ya célebre jugada del francés con el Madrid y el PSG.

También, después de estos últimos años, propongo expandir el uso de la expresión 'hacer un Bale'. A ver si cuaja: un amigo hace un Bale cuando lo invitas a una fiesta en tu casa y a cierta hora se va todo el mundo, pero él no se da por aludido y se queda ahí contigo, acoplado en el sofá, y os ponéis a ver torneos de póker en la tele o a jugar en la Play durante la madrugada y tú claramente estás cansado y lamentando ese alarde innecesario y quieres dormir de una vez, y hasta te pones el pijama, pero él sigue incansable a lo suyo y no se marcha jamás. No saber irse a tiempo de los sitios, eso sería 'hacer un Bale'. Con cariño, podría ser.

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